Esto era peor con las sagas en proceso (que se estaban escribiendo en el momento, vamos), con la molestia de tener que esperar no solo al autor, si no a que la editorial española de turno se digne a traducirlo.
Con el Kindle estos factores se mitigan bastante, y lanzarse a leer una saga no parece una saga en sí mismo. Amen del ahorro (solo con ponerse a calcular la inversión que supone La Rueda del Tiempo ya duele). El principal problema seguía siendo que se trata de una serie en construcción, pero sentía curiosidad, ganas de imaginarlo a mi manera antes de que llegue la serie y un comentario que leí me despertó mucho la curiosidad: leyendo Canción de Hielo y Fuego se aprende muchísimo del arte de la escritura.
Había leído que Tormenta de Espadas creaba un cierre relativo, ya Festín de Cuervos quedaba muy abierto de cara a Dominio de Dragones (que debería aparecer este año). No hace mucho Andresito me confirmó esta información, así que he dejado Festín de Cuervos sin leer a la espera del devenir de la serie.

Antes de comenzar a leer Canción de Hielo y Fuego había leído numerosos comentarios haciéndose eco del trillado "nuevo Tolkien" o "mejor que el Señor de los Anillos". A veces esto es una cuestión de marketing, y otras veces son los chillidos de los fanboys; sea cual sea su origen, es un hecho que me hace perder interés en una obra.
CHyF se parece a eSdlA en que ambas son series ambientadas en mundos fantásticos. Punto. A partir de ahí no creo que una supere a la otra porque, aunque jueguen al mismo juego, juegan en ligas distintas. eSdlA tiene la capacidad de hacer soñar al lector, los libros del Maestro tienen la virtud de meter al lector dentro de su mundo (los flojos dicen que las descripciones se hacen cansinas... supongo que algunos están más predispuestos a DragonLance). Por contra en CHyF se nota la experiencia del autor en el mundo de la televisión; las personalidades son deslumbrantes y la acción trepidante.

En CHyF me he sorprendido varias veces pensando "eso es lo que yo habría hecho" o "en esta situación yo haría tal cosa, pero no creo que se atrev.... ¡sí!". Los personajes tiene su personalidad, sus circunstancias, sus filias y fobias, sus amores y sus odios, incluso sus juramentos; pero esto no constriñe su libertad de actuar con sentido común, o con rabia determinada cuando la situación lo requiere. Esta es la característica por la que, según mi opinión, más se distingue Canción de Hielo y Fuego.
Esta cualidad ayuda también a construir personajes creíbles, alejados de cualquier maniqueísmo, inmersos en una moralidad muy grisácea. He leído críticas donde a alguno le parece que esto es algo negativo... tiene que haber de todo.
Desde luego esta es una circunstancia que hace poco aconsejable la lectura de la serie a lectores jóvenes, ya que los psicólogos aconsejan libros donde el bisoño pueda sentirse identificado con el protagonista que, como paladín de la justicia, se enfrenta a malos malísimos.
Esto no es así en CHyF. Los buenos son buenos porque las circunstancias les han puesto ahí, pero si tienen que ser crueles o retorcidos para conseguir sus fines lo serán. Los malos no son supervillanos cabreados con el mundo, si no que, sencillamente, también defienden lo suyo... e ir descubriendo sus circunstancias hace que el lector no solo les comprenda, si no que llegue incluso a posicionarse a su lado.

Una de las características más comentadas de la serie es la estructura en PoV (puntos de vista). Cada capítulo trata sobre un personaje, saltando el siguiente a otro protagonista que está en la otra punta del mundo. Esta circunstancia ayuda, sin duda, a crear una gran profundidad, dotando al universo de CHyF de la sensación de estar muy vivo; que el paso del tiempo y los acontecimientos no se detiene mientras el grupo de protagonistas están viviendo tal o cual aventura.
Un recurso literario muy útil inteligente, sin ninguna duda, aunque en absoluto inédito y revolucionario -como muchos proclaman a los cuatro vientos-. No hace falta si quiera ser un lector empedernido; basta con haber leído eSdlA para recordar como la acción se dividía entre las peripecias de un grupo u otro de personajes tras la disolución de la Comunidad.
George RR Martin sí que ha utilizado este recurso de una forma muy intensiva, dividiendo las tramas entre un grupo notablemente numeroso de personajes, y titulando a cada capítulo con el nombre de cada héroe (o no) en cuestión.

Esto despedaza la posibilidad de creación de un mundo onírico, tal como mencionaba anteriormente, pero crea una obra de otras características que, sin entrar a discutir si es mejor o peor, sí que resulta apasionante.
Hay que hacer notar que esta forma de mostrar la sexualidad de los personajes, o describir la violencia con cierta sordidez, significa que no es una obra apropiada para lectores muy jóvenes o para Flanders, que se horrorizarán cuando, ya en las páginas iniciales, se muestren comportamientos sexuales inusuales (por decirlo de algún modo y sin caer en spoilers).
En resumen podría decirse que, si bien no son unos libros que te hagan soñar, si tienen la facultad de introducirte en un universo muy creíble (influido por La Guerra de las Rosas, por cierto), enormemente vívido y brutal, y acompañado por unos personajes a los que acabas queriendo, ya sea por sus virtudes, o por su carisma salvaje.
Una lectura altamente recomendable... aunque nos quedemos esperando su continuación.