Lo siento, no he podido con él.
Y ciertamente me duele dejar un libro sin terminar (creo que a lo sumo llevaré cinco o séis); me crea un sentimiento de culpa bastante grande y no es una experiencia atractiva, pero Espacio Revelación me ha sobrepasado.

Buscaba una novela atractiva de ci-fi para retomar el género, y después de leer varias críticas por internet donde la ponían por las nubes y encasquetaban a su autor la corona de adalid de la ciencia ficción contemporánea, me decidí por ella.
El autor en cuestión, Alastair Reynolds, ha trabajado para la Agencia Espacial Europea por lo que sabe de lo que escribe. Y ciertamente la novela sobresale a la hora de plasmar teorías físicas y tecnológicas que hoy en día entran dentro del campo de las razonablemente futuribles.
Espacio Revelación es la primera de una trilogía que, además de ella, incluye Ciudad Abismo y El Arca de la Redención. Además se han ido publicando una serie de novelas y libros de relatos que podríamos considerar que conforman un "universo extendido" de la historia de la trilogía original.
Como ya he dicho Espacio Revelación destaca a la hora de argumentar unos conceptos científicos sólidos y plausibles. La historia que se narra también es realmente atractiva, aunque los personajes sean meras comparsas del guión. También he encontrado especialmente reseñable aquellos fragmentos en los que el autor divaga libremente sobre astrofísica; se ve que es un experto en la materia y que sabe explicarla con talento.
¿Cual es entonces la pega? Falta de ritmo y exceso de paja.
De sus 392 páginas diría que unas 192 son pura paja. Tan solo he logrado llegar a la mitad del libro, pero he experimentado esa sensación con muchísima intensidad.
El guión de la obra tiene una serie de puntos estupendos, pero la acción entre ellos se hace soporífera; como si sintiese temor de que el ritmo sea excesivamente intenso. No sé si esto será culpa del autor, o si el editor ha tenido algo que ver en todo ello. El caso es que entre cada momento trepidante e instante revelador las páginas se suceden con extrema languidez.
Parte de la culpa de esta falta de ritmo recae sobre los diálogos interiores de los personajes. Y no es que los personajes hablen con sí mismos, si no que debaten acaloradamente con una serie de extraños interiores. Proyectores de consciencia de terceros personajes en forma similar a un holograma, o directamente implantados por medio de un chip en la cabeza de los protagonistas, hacen que estos no paren de hablar con gente que no está ahí.
Es decir, el personaje interactúa y habla con otro personaje al mismo tiempo que responde la voz interior de un chip cerebral. Exasperante.
Posiblemente lo habría terminado si se tratase de un único libro, pero al ser una trilogía (¡y más!) no he acabado de verle el sentido. Cada momento de lectura era un verdadero suplicio, y muchas veces no podía ir mucho más allá de un par de páginas antes de quedarme dormido. Literalmente.
En su día pude con la
trilogía de Marte (ahora tetralogía), que no es que fuese precisamente el colmo de la agilidad literaria (más bien narraba una especie de casa de Gran Hermano con científicos); de hecho incluso la disfruté, así que no es culpa de la ci-fi hard.
Tal vez no era el momento. No descarto intentar retomarla en un futuro.