Cuenta el mito que reinaba en Archaios el noble Nereus, tataranieto del fundador de la polis, cuando hasta allí llegaron noticias de Orfidia. Ziselmio, rey de los orfidios, solicitaba ayuda ante una catástrofe que estaba asolando sus tierras: nada menos que una terrorífica hidra se adentraba periódicamente en sus villas causando el caos y la mortandad entre sus gentes. A cambio de la ayuda Ziselmio ofrecía tierras a los aventureros nisios, todas aquellas que habían quedado sin nadie que pudiera reclamarlas como suyas.
Pero no se reunió ningún ejército, ningún grupo de héroes fue convocado.Y es que Siremis, esposa de Nereus, pidió que la bestia le fuese concedida a su hija, la princesa Taramis.
Fue durante la juventud de Nereus que este se ganó el apodo de "el Navegante", cuando él mismo se puso al mando de la flota real y logró la circunnavegación del Gran Mar Central, internándose incluso en el Mar Gris. Fue allí donde fundó la factoría comercial de Pantinesos, y donde llevó a cabo una hazaña aun mayor al lograr el derecho de matrimonio con la noble Siremis al derrotarla en duelo singular.
Del matrimonio entre Siremis y Nerus nació Taramis, la de miembros fuertes, que creció libre según las costumbres de Oxania, y que muchos decían estaba bendecida por los propios dioses. Al llegar la petición de los orfidios Siremis consideró que esta era una señal para que Taramis efectuase el rito de la caza, con el que los jóvenes oxanios -tanto muchachos como muchachas- se ganaban el paso a la vida adulta. Tradicionalmente el rito era llevado a cabo por un grupo de jóvenes, que buscaba nidos de grifo, o viajaban al norte para derrotar a alguna de las numerosas criaturas que infestan las tierras cercanas al Páramo Troll. Siremis no creía que una ocasión así fuese a presentarse en Nisia, pero el desesperado llamado de Ziselmio daría la oportunidad a la princesa Taramis de convertirse en mujer.
A pesar de los temores de Nerus, Taramis se mostró impaciente por llevar a cabo su misión. Ya que la princesa no contaría con más jóvenes oxanios que la acompañasen en su aventura, Siremis fabricó para ella siete flechas perfectas, emplumadas con plumas de grifo, que fueron ofrecidas a la diosa de la caza para que obrase sobre ellas su guía. Del mismo modo le entregó el arco de cuerno y la armadura de láminas doradas que ella misma trajera desde Oxania y despidió a la princesa con sus bendiciones.
y memorizar el larguísimo texto que las recoge es una de las mayores hazañas entre los mejores alumnos de las academias. El ciclo gira en torno a su llegada y su viaje por campos devastados y grupos de aldeanos asustados que se apiñaban en castros apresuradamente construidos en los altos de la región. Tras semanas de búsqueda Taramis encuentra a la hidra y combate con ella, pero sus flechas parecen inútiles contra las gruesas escamas de la criatura y se ve obligada a huir, herida y envenenada. Taramis llega a duras penas a la boca de una estrecha cueva donde se derrumba entre temblores y espasmos a causa de la ponzoña. Para su fortuna, la cueva resulta ser el hogar de la joven hechicera Manteia, que cura sus heridas y extrae el veneno de la hidra. Juntas viajan hacia al sur, más allá del río Eresteo, donde conocieron al Rey Errante, que les obsequió con la lanza de Thilessias, que se decía podía atravesar cualquier materia viva. Tras una larga serie de peripecias y hazañas en Adamastos, Taramis y Manteia regresan a Apoikies y, tras hallar a la hidra, consiguen darle muerte juntas. La pareja acude ante el rey Ziselmio, que accede a cumplir su palabra y ceder tierras a los nisios. Rechanzando cualquier otra recompensa, la heroína y la hechicera vuelven a Adamastos, para nunca más regresar.
Posiblemente la historia mitológica responda a algún hecho real del pasado, pero lo cierto es que los nisios se asentaron pronto sobre la península de Apoikies, donde fundaron diversas ciudades y la importante polis de Themelio. Nunca han existido demasiadas tierras cultivables en Nisia, y el comercio marítimo y la fundación de colonias han sido siempre actividades populares entre los isleños. Themelio forma la tríada de colonias nisias más importantes junto a Pantinesos y Emporika, y es en la que los nisios han logrado seguir de una forma más directa con sus modos de vida tradicionales.
En cuanto a los míticos orfidios, no se sabe mucho de ellos. Sin duda existieron y siguen haciéndolo, aunque son muy pocos y se cree que nunca fueron realmente un pueblo muy numeroso. Aunque las relaciones con los nisios son amistosas, nos habitantes de la antigua Orfidia parecen ser particularmente tímidos y, con el paso de los siglos, estos han ido desplazándose más y más hacia el interior, hasta el punto que la mayoría de los nisios jamás ha visto un orfidio y muchos piensan que se trata de un pueblo legendario.
Apoikies es una tierra calurosa, no particularmente fértil para la labor humana (aunque los cedros y cipreses parecen haber arraigado prodigiosamente bien), excepto la zona cercana a la rivera del río Eresteo. La razón por la que esta no ha sido colonizada está al sur, en las tierras conocidas como Adamastos,
Desde el mito de Taramis y Manteia, Adamastos es una tierra oscura, misteriosa y peligrosa. El propio río Eresto está habitado por náyades, criaturas de condición feérica, y copartícipes de su naturaleza aleatoria; aunque a veces se muestran amables y propensas a intercambiar regalos con los humanos, también se cuentan espantosas historias en las que jóvenes admiradores desaparecen bajo las aguas.
Más allá del río se extiende un bosque extenso, oscuro e impenetrable. Arómaticos liquidámbares, poderosos robles y hayas, pequeños carpes, y grandes cipreses que descollan entre el follaje. El bosque es tenebroso y antinaturalmente silencioso, aunque se cuenta que en ocasiones se escuchan voces susurrantes, risas y melodías disonantes. Se dice que nadie ha entrado sin permiso, y que nadie que lo haya hecho ha sido vuelto a ver jamás. Pero, aun así, cuentan que este está plagado de faunos, centauros y terribles minotauros. Algunos habitantes de la rivera norte dicen que a veces han podido ver gigantes, y que una noche cada cinco años rutilan entre los árboles luces encantadas y se escuchan hermosas voces de lengua extraña cantando melodías arrebatadoramente hermosas. Algunos dicen que son las ninfas y silfos en sus ritos de fertilidad, pero otros sostienen que son los elfos de los bosques que, en sus interminables viajes, regresan a través de rutas silvanas de visitar a sus parientes del Reino Cerrado.
Tras la caída del Antiguo Imperio tanto Nisia como Apoikies recuperaron su independencia y sus modos de vida permanecieron vigentes y a salvo en su relativo aislamiento. En cualquier caso Archaios y Themelio siguen siendo importantes ciudades comerciales fieles a los usos nisios; la excepción es Emporika que, a pesar de sus orígenes y su idioma nisio, se considera heredera del Imperio.
Adamastos continúa siendo una tierra de leyenda y peligro. Jamás ha sido colonizada y todos parecen afirmar que no existen buenas razones para hacerlo: demasiado cercana al Reino Cerrado, demasiado oscura, y mucho más habitada de lo que pudiera parecer.
Pero no se reunió ningún ejército, ningún grupo de héroes fue convocado.Y es que Siremis, esposa de Nereus, pidió que la bestia le fuese concedida a su hija, la princesa Taramis.
Fue durante la juventud de Nereus que este se ganó el apodo de "el Navegante", cuando él mismo se puso al mando de la flota real y logró la circunnavegación del Gran Mar Central, internándose incluso en el Mar Gris. Fue allí donde fundó la factoría comercial de Pantinesos, y donde llevó a cabo una hazaña aun mayor al lograr el derecho de matrimonio con la noble Siremis al derrotarla en duelo singular.
Del matrimonio entre Siremis y Nerus nació Taramis, la de miembros fuertes, que creció libre según las costumbres de Oxania, y que muchos decían estaba bendecida por los propios dioses. Al llegar la petición de los orfidios Siremis consideró que esta era una señal para que Taramis efectuase el rito de la caza, con el que los jóvenes oxanios -tanto muchachos como muchachas- se ganaban el paso a la vida adulta. Tradicionalmente el rito era llevado a cabo por un grupo de jóvenes, que buscaba nidos de grifo, o viajaban al norte para derrotar a alguna de las numerosas criaturas que infestan las tierras cercanas al Páramo Troll. Siremis no creía que una ocasión así fuese a presentarse en Nisia, pero el desesperado llamado de Ziselmio daría la oportunidad a la princesa Taramis de convertirse en mujer.
A pesar de los temores de Nerus, Taramis se mostró impaciente por llevar a cabo su misión. Ya que la princesa no contaría con más jóvenes oxanios que la acompañasen en su aventura, Siremis fabricó para ella siete flechas perfectas, emplumadas con plumas de grifo, que fueron ofrecidas a la diosa de la caza para que obrase sobre ellas su guía. Del mismo modo le entregó el arco de cuerno y la armadura de láminas doradas que ella misma trajera desde Oxania y despidió a la princesa con sus bendiciones.
y memorizar el larguísimo texto que las recoge es una de las mayores hazañas entre los mejores alumnos de las academias. El ciclo gira en torno a su llegada y su viaje por campos devastados y grupos de aldeanos asustados que se apiñaban en castros apresuradamente construidos en los altos de la región. Tras semanas de búsqueda Taramis encuentra a la hidra y combate con ella, pero sus flechas parecen inútiles contra las gruesas escamas de la criatura y se ve obligada a huir, herida y envenenada. Taramis llega a duras penas a la boca de una estrecha cueva donde se derrumba entre temblores y espasmos a causa de la ponzoña. Para su fortuna, la cueva resulta ser el hogar de la joven hechicera Manteia, que cura sus heridas y extrae el veneno de la hidra. Juntas viajan hacia al sur, más allá del río Eresteo, donde conocieron al Rey Errante, que les obsequió con la lanza de Thilessias, que se decía podía atravesar cualquier materia viva. Tras una larga serie de peripecias y hazañas en Adamastos, Taramis y Manteia regresan a Apoikies y, tras hallar a la hidra, consiguen darle muerte juntas. La pareja acude ante el rey Ziselmio, que accede a cumplir su palabra y ceder tierras a los nisios. Rechanzando cualquier otra recompensa, la heroína y la hechicera vuelven a Adamastos, para nunca más regresar.
Posiblemente la historia mitológica responda a algún hecho real del pasado, pero lo cierto es que los nisios se asentaron pronto sobre la península de Apoikies, donde fundaron diversas ciudades y la importante polis de Themelio. Nunca han existido demasiadas tierras cultivables en Nisia, y el comercio marítimo y la fundación de colonias han sido siempre actividades populares entre los isleños. Themelio forma la tríada de colonias nisias más importantes junto a Pantinesos y Emporika, y es en la que los nisios han logrado seguir de una forma más directa con sus modos de vida tradicionales.
En cuanto a los míticos orfidios, no se sabe mucho de ellos. Sin duda existieron y siguen haciéndolo, aunque son muy pocos y se cree que nunca fueron realmente un pueblo muy numeroso. Aunque las relaciones con los nisios son amistosas, nos habitantes de la antigua Orfidia parecen ser particularmente tímidos y, con el paso de los siglos, estos han ido desplazándose más y más hacia el interior, hasta el punto que la mayoría de los nisios jamás ha visto un orfidio y muchos piensan que se trata de un pueblo legendario.
Apoikies es una tierra calurosa, no particularmente fértil para la labor humana (aunque los cedros y cipreses parecen haber arraigado prodigiosamente bien), excepto la zona cercana a la rivera del río Eresteo. La razón por la que esta no ha sido colonizada está al sur, en las tierras conocidas como Adamastos,
Desde el mito de Taramis y Manteia, Adamastos es una tierra oscura, misteriosa y peligrosa. El propio río Eresto está habitado por náyades, criaturas de condición feérica, y copartícipes de su naturaleza aleatoria; aunque a veces se muestran amables y propensas a intercambiar regalos con los humanos, también se cuentan espantosas historias en las que jóvenes admiradores desaparecen bajo las aguas.
Más allá del río se extiende un bosque extenso, oscuro e impenetrable. Arómaticos liquidámbares, poderosos robles y hayas, pequeños carpes, y grandes cipreses que descollan entre el follaje. El bosque es tenebroso y antinaturalmente silencioso, aunque se cuenta que en ocasiones se escuchan voces susurrantes, risas y melodías disonantes. Se dice que nadie ha entrado sin permiso, y que nadie que lo haya hecho ha sido vuelto a ver jamás. Pero, aun así, cuentan que este está plagado de faunos, centauros y terribles minotauros. Algunos habitantes de la rivera norte dicen que a veces han podido ver gigantes, y que una noche cada cinco años rutilan entre los árboles luces encantadas y se escuchan hermosas voces de lengua extraña cantando melodías arrebatadoramente hermosas. Algunos dicen que son las ninfas y silfos en sus ritos de fertilidad, pero otros sostienen que son los elfos de los bosques que, en sus interminables viajes, regresan a través de rutas silvanas de visitar a sus parientes del Reino Cerrado.
Tras la caída del Antiguo Imperio tanto Nisia como Apoikies recuperaron su independencia y sus modos de vida permanecieron vigentes y a salvo en su relativo aislamiento. En cualquier caso Archaios y Themelio siguen siendo importantes ciudades comerciales fieles a los usos nisios; la excepción es Emporika que, a pesar de sus orígenes y su idioma nisio, se considera heredera del Imperio.
Adamastos continúa siendo una tierra de leyenda y peligro. Jamás ha sido colonizada y todos parecen afirmar que no existen buenas razones para hacerlo: demasiado cercana al Reino Cerrado, demasiado oscura, y mucho más habitada de lo que pudiera parecer.
Qué inmensa alegría volver a visitar nuevos parajes de Nemus!
ResponderEliminarEspero que podamos darte una alegría todavía mayor pronto :)
EliminarEndakil sigue así, eres de los pocos blogs que sigo leyendo
ResponderEliminarOstras, muchas gracias :)
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