No hace mucho realicé una calzada. A nivel práctico no es que necesitase otra cosa pero, a fin de cuentas, es una calzada... y pudo imaginar otros muchos escenarios donde el camino fuese mucho menos sofisticado. Estuve un tiempo pensando qué hacer con esta idea hasta que finalmente me decidí.
En realidad el trabajo fue más parecido a la construcción del río que de la calzada.
Hice las bases con madera de una caja de fruta y levanté los bordes con pasta para moldear. Para hacer la textura del barro utilicé pasta para baldosas y, aquí y allá en el camino, puse un poco de arena y pequeñas piedras.
El pintado va con dos pinceles secos: uno para las piedras y otro para el barro.
Para darle un aspecto más, bueno, a barro, y para que encaje con otros elementos que tengo inspirados en un día lluvioso, realicé algunos charcos aquí y allá. Mezclé barniz satinado con pintura marrón, lo apliqué en depresiones del terreno, y después le di una capa de esmalte de uñas brillante. Aunque creo que los charcos no se aprecian demasiado bien en las fotos.
Aunque las fotos del viajero-comerciante enano y su pony son muy evocadoras os pongo también esta del camino tal cual. Son cuatro secciones más o menos rectas, de unos 30 cm cada una (para poder atravesar una mesa de 60, de 90, o una grande de 120). La idea es que cruce la mesa de parte a parte, por lo que no tiene secciones de curvas o intersecciones.
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