Nemus: La Hidra y el Mago III

Xoso nos ofrece la tercera entrega de las desventuras Chrysanta Louisa en un rincón de Nemus. Os dejo con su narración....

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   Clotarius, hijo de Amalaricus, ex deorum voluntate Dominus Sumesticae et Comes Resnidi, Vigilante del Landro, al nostro consejo privado, magistrados, alcaldes y hombres darmas, y a todos los nostros vasallos. Somos informados deos preocupantes sucesos acaecidos na franja oriental deste nostro condado, y por tanto resolvemos y comandamos:
I. Quel malefactor conoscido como Lechuza Negra, juntamente con varios otros cómplices en número den torno a veinte, es culpable deos delitos de Bandidaje, Bandolerismo, Furtivismo, Usurpación de Propiedad Señorial y Usurpación de Auctoritas Jurisdiccional neste y otros territorios, de forma contraria al Derecho Imperial y al deste Condado en particular.
II. Quel más grande empeño y diligencia sean empleados para capturar y apresar astos canallas por tan descaradas y viles transgresiones. Tódoslos nostros vasallos deberán hacer todo quanto esté en su mano para facilitar, posibilitar y ejecutar la captura y apresamiento del dicho Lechuza Negra, juntamente con las Hermanas Decapitadoras, el infame asesino Rufino de Trantio y todos sus demás cómplices. Y deberán entregarlos prisioneros aos nostros magistrados, al nostro magister militum o asuis ayudantes, o directamente ala guardia da nostra villa de Suméstica, para que puedan assí rescibir el muy apropiado castigo que sus crímenes merescen.
III. Que por repulsa hacia las citadas horribles villanías, y a fin de no quedaren ellas sin castigo, y para apremiar aos nostros magistrados o a cualesquier otros deos nostros buenos vasallos na búsqueda y apresamiento de tan notorios malefactores, se asegure el pago dun ciento sestercios de plata por el dicho Lechuza Negra, y treinta sestercios por caduna de las Decapitadoras y por el asesino Rufino, y diez sestercios por cualquier otro de sus cómplices.
IV. Que serán amnistiados todos y cada uno deos nostros vasallos por cualquier daño, herida, mutilación u otros actos de violencia que puedan llegar a cometer contral dicho Lechuza Negra o cualquiera de sus cómplices, o cualquier persona queos asista o se oponga a su captura y apresamiento.
V. Ques prohibido a todos y cada uno deos nostros vasallos cobijar, ocultar o asistir al dicho Lechuza Negra o cualquiera de suis cómplices, a fin de no cometer el vil delito de traición que muy sumaria y estrictamente será castigado.
Tal es esta nostra voluntad y assí será cumplida.

Y lo firmamos.
Clotarius hijo de Amalaricus.

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Villa de Suméstica, día posterior a las nonas de Brumario.

Muy estimado amigo:

Espero disculparás la brevedad de esta misiva, pero me temo que los acontecimientos se han precipitado. Mañana partiré de Suméstica con el canto del gallo para dirigirme hacia levante, y no iré precisamente sola. Acompañaré al “ejército” que ha sido reunido para marchar contra los bandidos que controlan la franja oriental de Resnido. El Conde ha promulgado finalmente un edicto contra ellos y el condado se ha puesto en pie de guerra.

Es la primera vez que me veo en semejante berenjenal y no tengo muy claro qué se espera de mi. Como sabes, nunca he participado en una campaña militar. En teoría, mi cometido es encargarme del tratamiento de los heridos y poner mis sabios consejos al servicio del comandante Fabius. Pero no sé qué ocurrirá cuando las cosas se pongan feas. Es como caminar al borde del abismo de lo desconocido y el menor paso en falso significa caer.

Estoy asustada y me siento tan sola… esperaba encontrarme aquí con Eiric de Partovia, el cazador de monstruos del que te hablé. No es el hombre más agradable del mundo, pero al menos se puede confiar en él. Sin embargo, mis esperanzas se han visto frustradas, y tendré que apañármelas sola en esta aventura incierta. El Conde me ha asignado a dos de sus spatharii (es decir, matones de confianza) como guardaespaldas; parecen guerreros curtidos y eficaces, pero a decir verdad su presencia me provoca más inquietud que seguridad.

Espero poder enviar noticias tranquilizadoras lo antes posible, pero no te alarmes si no recibes nuevas misivas durante un tiempo.

Tu amiga (en apuros),

Chrysanta Louisa.

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Clotarius, hijo de Amalaricus, ex deorum voluntate Dominus Sumesticae et Comes Resnidi, Vigilante del Landro, a Fabius, vir illustrissimus, nostro muy honorable y capaz magister militum. Somos informados deos numerosos males y dificultades que afligen astas nostras terras y padecen los nostros buenos vasallos pola acción de diversos traditores y malefactores, y por tanto ordenamos y proclamamos:
I. Que sin esperar la llegada dea Siempre Bienvenida Primavera se organice y disponga una campaña coel objeto de purgar los males que afligen astas nostras terras y vasallos, siendo el principal dellos la presencia ilegal del ladrón, bandido y usurpador llamado Lechuza Negra y sus varios cómplices na nostra atalaya del Este.
II. Que personalmente asuma Fabius, hijo de Petronius, las riendas dea dicha campaña y por tanto la tarea de purgar aos enemigos de Resnido y diligentemente vengar las afrentas y violencias sufridas por las buenas gentes deste Condado, y reparar nostro honor mancillado por la deshonrosa y abominable usurpación de nostras propiedades y derechos jurisdiccionales.
III. Que se reclute un ejército a partir deas milicias deas villas y aldeas bajo la nostra jurisdicción, y se ofrezca a reos la posibilidad de redimirse a cambio de su servicio, y assí mismo se contrate a cuantas espadas de alquiler se juzgue necesario para reforzar al dicho ejército.
IV. Que una vez sean acometidas y completadas satisfactoriamente las dichas tareas, Fabius hijo de Petronius encabezará al dicho ejército en su marcha hacia el Este, y allí pondrá fin a los desmanes, usurpaciones y violencias del malvado Lechuza Negra y sus esbirros, a quienes retornará –de ser posible– cautivos a la villa de Suméstica para ser juzgados por sus crímenes contra la nostra persona y este nostro Condado. Y no habrá de regresar el dicho Fabius ni nenguno de sus subordinados a Suméstica hasta que su misión sea cumplida con éxito.
Tal es la nostra voluntad y assí será cumplida.

Y lo firmamos,
Clotarius hijo de Amalaricus.

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Diario de Chrysanta Louisa.

a.d. VII Id. Bru.

Querido diario:

Garabateo estas líneas recostada sobre mi saco de dormir, a la luz de la hoguera del campamento. Ha sido un día largo y agotador, ¡y eso que tengo la fortuna de marchar a lomos de un caballo!

La compañía no podría ser más heterogénea y dispar. En cabeza avanzan el magister militum y ayudantes, seguidos de los delincuentes juveniles que tan de cabeza han traído a toda la región durante los últimos meses; oficialmente han comprendido lo erróneo de sus inicuos comportamientos y desean redimirse a ojos del condado, en realidad los emboscaron y capturaron en Tarabanca, un pueblo al sur de Suméstica, y han sido reclutados para la causa a base de palizas y amenazas. Tras ellos van los milicianos, que custodian los carros de suministros, y los mercenarios.

De estos últimos me han llamado la atención tres. La primera es una oxania de aspecto feroz ataviada con una armadura de láminas – probablemente del pueblo del granizo. La segunda es una  cundria de notable estatura que carga un machete de dimensiones consecuentes. En circunstancias normales, su larga melena pelirroja sería el blanco de todas las miradas, pero aquí comparte escenario con un individuo todavía más estridente: un elfo ENORME; debe rondar los siete pies.

A grandes rasgos, Fabius y sus montaraces vigilan el camino y a los mocosos, el capitán de los milicianos vigila a los mercenarios, y los matones del conde – que marchan a mis flancos – nos vigilan a todos.


a.d. V Id. Bru.

Querido diario:

Tercer día de marcha completado. Tercer día de nieblas matutinas y chaparrones intermitentes. La humedad me resulta horrible a pesar de la calidad de mi atuendo de viaje, no quiero ni pensar lo que experimentan los desgraciados que van a pie. Desde que abandonamos la antigua calzada imperial y tomamos las sendas locales, ha sido como vadear un mar de barro.

Algunos tramos nos obligan a avanzar con lentitud por culpa de los carros de suministros. Me siento un poco culpable por haberles hecho cargar los barriles de resina y azufre, pero podrían sacarnos de un apuro. Y se supone que soy la Señora Hechicera, ¿no?

Los montaraces van ahora siempre por delante, ocultos entre la maleza. Fabius está siendo precavido, y eso que aún no hemos entrado en la región dominada por la atalaya del este. Me pregunto con qué clase de enemigo nos las estaremos viendo realmente. Los delincuentes juveniles encabezan la comitiva por el camino, bajo la atenta mirada del comandante. Hasta hoy no me había fijado bien en lo jóvenes que son. Lo tendrán crudo para salir de esta de una pieza.


 a.d. III Id. Bru.

Querido diario:

Dos de los milicianos llevan un par de días tosiendo con frecuencia, y cada vez con más fuerza. No podemos arriesgarnos a que desarrollen consunción o algo peor, así que he decidido tomar cartas en el asunto. Por suerte no es difícil encontrar adormideras por aquí, y he podido recolectar bastantes semillas. Gracias a la mediación del comandante también he conseguido que una familia campesina nos diese algo de miel, y añadiendo algunas hierbas de mi reserva particular he preparado una cocción para que bebiesen todos. Además de las propiedades medicinales, también debería ayudarles a dormir; a juzgar por lo que veo mientras escribo esto a la luz de la hoguera, parece funcionar bastante bien.

Me ha sorprendido el respeto que los campesinos profesan hacia Fabius. Lo habitual es que montaraces como él, encargados de hacer el trabajo sucio y desagradable de los señores de los castillos, despierten más bien pocas simpatías entre las gentes del común. Sus ayudantes – tres zagales y una muchacha – cumplen sus órdenes con diligencia e inmediatez, demostrando un grado de disciplina sorprendente para su edad. Pese a su hosquedad, el comandante me cae bien. Es plenamente consciente de que mi presencia aquí responde únicamente a los caprichos del conde, y sin embargo ha demostrado tacto a la hora de consultarme varias cuestiones desde que emprendimos la marcha. Pero con quien habla a menudo es con el elfo.

El elfo llama la atención en esta compañía y lo haría también en medio de la más variopinta tripulación de corsarios umidenses. Su estatura, su porte y sus ropajes desgastados y descoloridos pero de excelente factura lo delatan como un auténtico alto elfo del Reino Cerrado. La gran pregunta es qué demonios está haciendo aquí. Apenas hemos cruzado un par de miradas desde que empezó la marcha, suficiente como para percibir tanto la nobleza como el apenas disimulado salvajismo que transmiten sus ojos. Resulta un personaje fascinante, y lo mismo digo de su relación con el comandante; parecen conocerse bien, y sus interacciones desprenden un cierto halo de vieja camaradería militar.

Mañana nos adentraremos en lo que llaman la Franja Oriental de Resnido. Grosso modo, el condado se divide en cuatro “comarcas” en función de sus características poblacionales y actividades socio-económicas, encontrándose la capital Suméstica en el centro geográfico aproximado. La comarca meridional es bastante boscosa y predominan la actividad maderera y su derivada, la carbonera. La comarca occidental es tierra de cultivos y cabañas ganaderas, con buenos rendimientos, y por eso es la región más rica del condado. La comarca septentrional alterna un poco de las dos anteriores, así como actividad pesquera al volverse el Landro progresivamente más ancho y profundo. Y por último tenemos la Franja Oriental, agrícola pero muy depauperada por ser la zona de entrada habitual de bandidos, desertores, saqueadores orcos y otros indeseables procedentes de Ludicia o Vataria.

Esto es lo que he sacado en limpio de las conversaciones de los últimos días. Es importante que lo anote, me vendrá bien tener las ideas ordenadas para cuando empiece con el informe. En la Franja Oriental se encuentra esa otra antigua atalaya imperial. Lo normal sería que el señor Conde mantuviese allí una guarnición permanente, tal como hacía su padre. Pero a Clotarius le parecía mucho gasto y retiró a los soldados; después pasó lo que tenía que pasar.

El ambiente de la marcha es tenso, y no solo por las amenazas que puedan acechar entre la espesura. Fabius y mis “guardaespaldas” no se esfuerzan por ocultar su mutua vigilancia; a lo largo de los dos últimos días, ha crecido en mi la sensación de que el comandante tiene algo importante que decirme, pero no delante de los matones. Veremos qué sucede mañana.

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