Cormac Mac Art es el tercero de los héroes británicos de Robert E. Howard. El segundo en términos históricos.
Al igual que Turlogh O'Brien, Cormac es irlandés, aunque sus aventuras tienen lugar en el marco cronológico de la Edad Oscura. Más concretamente en la "Edad de Arturo", con cuya historia tiene algún roce tangencial.
En la línea de los héroes de Howard, Cormac es un aventurero que se une a un grupo de piratas daneses con los que vivirá trepidantes aventuras por todo el mar del norte. Su amistad con el capitán danés Wulfhere es una de las singularidades más interesantes de este héroe, ya que sus andanzas como pareja de protagonistas es bastante inusual en la obra de Howard.
Los Tigres del Mar del Norte es el relato que abre el libro. En él el rey Gereinth (Geraint en los mitos artúricos) contrata a Wulfhere y sus hombres para recuperar a su hija desaparecida.
Los piratas deberán investigar por todo el mar del norte hasta dar con el paradero de la princesa. Rescatarla será un asunto de muchos mamporros y sangría.
Una aventura trepidante con un final que se complica al punto de aún más violencia extra.
En Espadas del Mar del Norte el irlandés aprovecha un lío de faldas para jugársela a un jefe nórdico y montar un auténtico golpe de estado entre sus hombres, mientras aprovecha para robarle un barco. Desde luego no se hará por las buenas.
En Espadas del Mar del Norte Cormac deberá infiltrarse en el fuerte de un incursor nórdico, donde encontrará un inesperado aliado que no resulta ser quien aparenta.
Una vez más la recta final se complica cuando los pictos deciden vengarse de los nórdicos mientras Cormac y los suyos permanecen en la isla. Quien espere encontrar acción se verá abrumado por la que encontrará en este relato.
El Templo de la Abominación cierra los relatos de Cormac siendo el más peculiar de todos ellos. Mientras que el resto de textos son mundanos -en el sentido de que se trata de ficción histórica que bien habría podido tener lugar- este da un giro a la fantasía y al horror.
En el camino de una incursión Wulfhere y sus hombres encuentran un extraño y horripilante templo que no pertenece a ninguna cultura que haya poblado las islas británicas. Todo se precipita cuando se asocia magistralmente al horror lovecraftianos y a los hombres-serpiente contra los que combatió el rey Kull.
Aunque gran parte de los relatos de Cormac Mac Art se encontraban inacabados y han sido completados por Richard L. Tierney, lo que tenemos nos permite asomarnos al potencial de otro de los héroes desconocidos de Howard. Por una parte el éxito de Conan permitió al tejano escribir más (con una remuneración), pero uno no puede dejar de lamentar que el cimmerio terminase fagocitando las aventuras de otros héroes con un tremendo potencial.
En el caso de Cormac destaca sobre todo el encaje histórico y el giro que da al mito artúrico (con un Arturo bestia parda y un Lancelot que lo manipula), así como la singularidad de la pareja de protagonistas que funciona con muy buena química, que podría haber dado lugar a una serie de novelas maravillosa.
Al igual que Turlogh O'Brien, Cormac es irlandés, aunque sus aventuras tienen lugar en el marco cronológico de la Edad Oscura. Más concretamente en la "Edad de Arturo", con cuya historia tiene algún roce tangencial.
En la línea de los héroes de Howard, Cormac es un aventurero que se une a un grupo de piratas daneses con los que vivirá trepidantes aventuras por todo el mar del norte. Su amistad con el capitán danés Wulfhere es una de las singularidades más interesantes de este héroe, ya que sus andanzas como pareja de protagonistas es bastante inusual en la obra de Howard.
Los Tigres del Mar del Norte es el relato que abre el libro. En él el rey Gereinth (Geraint en los mitos artúricos) contrata a Wulfhere y sus hombres para recuperar a su hija desaparecida.
Los piratas deberán investigar por todo el mar del norte hasta dar con el paradero de la princesa. Rescatarla será un asunto de muchos mamporros y sangría.
Una aventura trepidante con un final que se complica al punto de aún más violencia extra.
En Espadas del Mar del Norte el irlandés aprovecha un lío de faldas para jugársela a un jefe nórdico y montar un auténtico golpe de estado entre sus hombres, mientras aprovecha para robarle un barco. Desde luego no se hará por las buenas.
En Espadas del Mar del Norte Cormac deberá infiltrarse en el fuerte de un incursor nórdico, donde encontrará un inesperado aliado que no resulta ser quien aparenta.
Una vez más la recta final se complica cuando los pictos deciden vengarse de los nórdicos mientras Cormac y los suyos permanecen en la isla. Quien espere encontrar acción se verá abrumado por la que encontrará en este relato.
El Templo de la Abominación cierra los relatos de Cormac siendo el más peculiar de todos ellos. Mientras que el resto de textos son mundanos -en el sentido de que se trata de ficción histórica que bien habría podido tener lugar- este da un giro a la fantasía y al horror.
En el camino de una incursión Wulfhere y sus hombres encuentran un extraño y horripilante templo que no pertenece a ninguna cultura que haya poblado las islas británicas. Todo se precipita cuando se asocia magistralmente al horror lovecraftianos y a los hombres-serpiente contra los que combatió el rey Kull.
Aunque gran parte de los relatos de Cormac Mac Art se encontraban inacabados y han sido completados por Richard L. Tierney, lo que tenemos nos permite asomarnos al potencial de otro de los héroes desconocidos de Howard. Por una parte el éxito de Conan permitió al tejano escribir más (con una remuneración), pero uno no puede dejar de lamentar que el cimmerio terminase fagocitando las aventuras de otros héroes con un tremendo potencial.
En el caso de Cormac destaca sobre todo el encaje histórico y el giro que da al mito artúrico (con un Arturo bestia parda y un Lancelot que lo manipula), así como la singularidad de la pareja de protagonistas que funciona con muy buena química, que podría haber dado lugar a una serie de novelas maravillosa.
Más allá de que la luz del astro Conan eclipsase a otras de sus creaciones, el suicidio de Howard nos privó de lo que probablemente habría sido una muy prolífica carrera literaria.
ResponderEliminarAún tengo pendiente a Cormac Mac Art. Hace poco saqué algo de tiempo para darle una oportunidad a un pequeño libro de relatos de Solomon Kane que tenía por casa. A pesar de no contar con el trasfondo mucho más profundo del Cimmerio, la ambientación (tétrica y sombría) me pareció excelente.
Es una pena enorme, es verdad. Y aun así, con un material tan breve, Howard es uno de los pilares fundamentales de la fantasía.
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