Cuando vi que esta novela estaba ambientada en las postrimerías del Imperio Romano rápidamente captó mi atención; es un periodo que me parece fascinante y no está tan tratado como otras épocas. Pero cuando leí un poco y descubrí que giraba en torno a la figura del emperador Juliano saltó rápidamente al primer lugar de mi cola de lectura.
En realidad sentía cierta inquietud porque es un personaje muy importante para mi y sabía que, a pesar del tiempo transcurrido desde su lectura, iba a compararlo con la obra de Gore Vidal y ese es un examen muy difícil. Aun así el interés y la curiosidad vencieron y me puse con el libro.
"Draco. La Sombra del Emperador" se acerca a Juliano con el recurso del secundario anónimo pero cercano al personaje. En este caso nuestro guía es Víctor, un guerrero franco.
Durante la primera parte de la novela acompañaremos a Víctor en sus andanzas como agens in rebus (lo que fueron los frumentarii), un agente secreto, vaya. Nuestro protagonista nos da la ocasión de sumergirnos en un aspecto muy desconocido del mundo romano, que parece sacado de cualquier episodio de la Guerra Fría (o de Juego de Tronos) con espionaje, traiciones y asesinatos.
Así es como Víctor llega junto a Juliano, para acabar renegando de su misión y uniéndose al emperador fascinado por su figura y su integridad.
A nivel histórico no puedo ponerle pegas a la novela. Y tampoco muchas en el literario, a pesar de algún puntual cambio de ritmo.
Tal vez los matices estén tanto en Juliano como en Víctor, que tienen un desarrollo quizás algo inconexo. En el caso de Víctor, por ejemplo, me resultó curioso que, pese a ser un hombre razonablemente instruido, desconociera datos que deberían ser bastante obvios para alguien de su mundo y su profesión; no saber donde está Frigia, por ejemplo. Con Juliano me pareció un poco brusco el salto de jovenzuelo "empollón" a héroe militar, como si la elipsis temporal estuviera desdibujada.
No le puedo -como decía- poner muchos más peros a esta obra.
Hay intriga, asesinatos, una campaña en la Galia y Germania (con un buen número de páginas dedicadas a narrar con acierto la Batalla de Estrasbrugo) y en Persia.
Quien busque quedarse en la superficie y quiera algo ligero y con mucha acción disfrutará de Draco.
El pero interesante es que el autor no se corta a la hora de entrar en el trasfondo social y político de la época, y en poner en la palestra el papel de los cristianos en el colapso del Imperio Romano. Podría decirse que Colombo toma partido con valentía por el lado de Juliano, poniendo sobre la mesa los valores éticos y la superioridad moral de un hombre instruido como Juliano frente al fanatismo, la codicia, los odios fratricidas y la codicia política y el ansia de control social de los cristianos. Contraponiendo, en suma, la apertura religiosa del mundo romano original frente a la intolerancia y el dogmatismo galileo; la cultura clásica, los avances científicos y filosóficos, el respeto a las creencias de otros pueblos en oposición al dogmatismo, el odio y la negación del otro.
Imagino que es una realidad cuyo reflejo podría molestar a algunos lectores, así que en este sentido dejo la recomendación de la lectura abierta a las sensibilidades de cada cual.
Sea como fuere personalmente agradezco que el autor no se mueva en las medias tintas y tenga el valor de poner sobre la palestra a los culpables de la quema del templo de Apolo en Antioquía y del mismo asesinato de Juliano: un "blanco y en botella" histórico.
Impagable el final, en el que Colombo nos hace navegar entre dos corrientes de tristeza y rabia, así como el eco de las palabras de Juliano el Sabio, que resuenan en el booktrailer y que os dejo para cerrar la reseña.
Veredicto: muy recomendable.
Una recomendación adicional: Contra los Galileos, del propio Emperador Juliano. Difícil de encontrar (yo la tengo en una edición de Gredos de 1982), pero merece la pena.
En realidad sentía cierta inquietud porque es un personaje muy importante para mi y sabía que, a pesar del tiempo transcurrido desde su lectura, iba a compararlo con la obra de Gore Vidal y ese es un examen muy difícil. Aun así el interés y la curiosidad vencieron y me puse con el libro.
"Draco. La Sombra del Emperador" se acerca a Juliano con el recurso del secundario anónimo pero cercano al personaje. En este caso nuestro guía es Víctor, un guerrero franco.
Durante la primera parte de la novela acompañaremos a Víctor en sus andanzas como agens in rebus (lo que fueron los frumentarii), un agente secreto, vaya. Nuestro protagonista nos da la ocasión de sumergirnos en un aspecto muy desconocido del mundo romano, que parece sacado de cualquier episodio de la Guerra Fría (o de Juego de Tronos) con espionaje, traiciones y asesinatos.
Así es como Víctor llega junto a Juliano, para acabar renegando de su misión y uniéndose al emperador fascinado por su figura y su integridad.
A nivel histórico no puedo ponerle pegas a la novela. Y tampoco muchas en el literario, a pesar de algún puntual cambio de ritmo.
Tal vez los matices estén tanto en Juliano como en Víctor, que tienen un desarrollo quizás algo inconexo. En el caso de Víctor, por ejemplo, me resultó curioso que, pese a ser un hombre razonablemente instruido, desconociera datos que deberían ser bastante obvios para alguien de su mundo y su profesión; no saber donde está Frigia, por ejemplo. Con Juliano me pareció un poco brusco el salto de jovenzuelo "empollón" a héroe militar, como si la elipsis temporal estuviera desdibujada.
No le puedo -como decía- poner muchos más peros a esta obra.
Hay intriga, asesinatos, una campaña en la Galia y Germania (con un buen número de páginas dedicadas a narrar con acierto la Batalla de Estrasbrugo) y en Persia.
Quien busque quedarse en la superficie y quiera algo ligero y con mucha acción disfrutará de Draco.
El pero interesante es que el autor no se corta a la hora de entrar en el trasfondo social y político de la época, y en poner en la palestra el papel de los cristianos en el colapso del Imperio Romano. Podría decirse que Colombo toma partido con valentía por el lado de Juliano, poniendo sobre la mesa los valores éticos y la superioridad moral de un hombre instruido como Juliano frente al fanatismo, la codicia, los odios fratricidas y la codicia política y el ansia de control social de los cristianos. Contraponiendo, en suma, la apertura religiosa del mundo romano original frente a la intolerancia y el dogmatismo galileo; la cultura clásica, los avances científicos y filosóficos, el respeto a las creencias de otros pueblos en oposición al dogmatismo, el odio y la negación del otro.
Imagino que es una realidad cuyo reflejo podría molestar a algunos lectores, así que en este sentido dejo la recomendación de la lectura abierta a las sensibilidades de cada cual.
Sea como fuere personalmente agradezco que el autor no se mueva en las medias tintas y tenga el valor de poner sobre la palestra a los culpables de la quema del templo de Apolo en Antioquía y del mismo asesinato de Juliano: un "blanco y en botella" histórico.
Impagable el final, en el que Colombo nos hace navegar entre dos corrientes de tristeza y rabia, así como el eco de las palabras de Juliano el Sabio, que resuenan en el booktrailer y que os dejo para cerrar la reseña.
Veredicto: muy recomendable.
Una recomendación adicional: Contra los Galileos, del propio Emperador Juliano. Difícil de encontrar (yo la tengo en una edición de Gredos de 1982), pero merece la pena.
Sandalias....
ResponderEliminar:P
No realmente; para este periodo ya se había extendido el uso del calceus, en lugar de la caligae a la que te refieres.
EliminarDe todos modos buen intento :P