Es un poco difícil clasificar esta novela. No es realmente una novela histórica, ya que no está narrando un hecho histórico. Tampoco es una ucronía, porque estrictamente no está narrando algo fuera de lugar.
Tirano juega a fabular un relato en los márgenes de una gran obra conocida por todos: las conquistas de Alejandro.
Cuando Alejandro licencia a los aliados griegos Kineas, oficial de caballería ateniense, regresa con un grupo de amigos a su ciudad para descubrir que ha sido desterrado por servir junto al rey que derrotara a su polis en Queronea.
De forma aparentemente providencial encuentra una salida profesional al recibir una oferta para trabajar como mercenario e instructor de caballería para el tirano de Olbia. Tras un viaje accidentado en que, también de un modo presuntamente circunstancial, se le une un peculiar espartano, llega a la colonia de Euxino. Allí encontrará un clima político agitado, en el que dos facciones de nobles tienen que lidiar con un tirano imprevisible que vive en un estado de permanente desconfianza.
Mientras tanto Antípatro, gobernador de Macedonia en ausencia de Alejandro, recibe la orden de enviar más falangitas y auxiliares (mayormente tracios) a Persia para continuar la campaña. Antípatro se encuentra con que el oro de las conquistas no ha llegado a Macedonia y necesita efectivo para reclutar y contratar hombres, por lo que decide mandar a uno de sus generales para que las colonias del Mar Negro y los escitas se avengan a pagarles tributo.
En estas peligrosas circunstancias, y en la cuerda floja por la tensión política en Olbia, Kineas ha de entrenar a los hombres de la polis y buscar alianzas con Penticapaeum y -sobre todo- con los clanes escitas.
El autor recurre a esta argucia para relatar un hecho que no sucedió, pero que podría haber sido plausible. En cierto modo es una obra de fantasía en un contexto histórico real. Con todos los elementos y fidelidad histórica que podría pedirse a la novela más documentada, pero con una libertad casi total al ubicar la acción en -como decía- una de las esquinas del gran mapa de los hechos históricos reales.
No es solo un recurso ingenioso, si no que también huye de los relatos más trillados (hay innumerables novelas sobre Alejandro) y centra su atención en una región fascinante que ha sido a penas tratada tanto en novela como en ensayo.
A pesar de que la calificación de novela bélica sea lo primero que destacaríamos si tuviésemos que hablar del tema en general hay muchos otros aspectos brillantemente tratados en esta obra.
Sí, desde luego hay batallas. Y muy bien narradas. Quien quiera acción la va a encontrar a raudales. Va a ver hoplitas, falanges de piqueros, jinetes escitas, catafractos sármatas, escaramuzas, grandes batallas... En ese aspecto es un libro lleno de acción.
Quien quiera quedarse en ese plano será satisfecho. Pero me ha llamado mucho la atención el intenso cuidado con que el autor se acerca al mundo real de la época. Los personajes no piensan como héroes de acción de película, si no como griegos de su siglo; su forma de ver el mundo, sus creencias, su ética... Tenemos a nuestros protagonistas disfrutando de cenas con simposios, enfrentando a los jóvenes que vibran con la Ilíada con los veteranos que han vivido la guerra de cerca. Incluso detalles que no todo el mundo conoce, como que en el ideal de belleza griego no entraba que las mujeres de depilasen el entrecejo. También el tema de la homosexualidad -y todo el trajín por los efebos- está tratado con sutileza, pero de forma constante.
Me ha gustado mucho en ese sentido: no deja de ser una novela divertida y con mucha acción, pero está fabulosamente documentada y su recreación de la realidad histórica está ejecutada de una forma encomiable. Y no habría que dejar de mencionar multitud de guiños que los lectores con ciertos conocimientos en la materia sabrán apreciar con una sonrisa ("...y ya viste a los sármatas: son como hornos de ladrillos a lomos de sus caballos.")
Tal vez el lector "casual" encuentre un tanto tediosos los momentos de tertulia sobre filosofía y ética, pero en ellos hay escenas tan memorables como las mismas batallas.
-¡Si tanto la odias (la guerra), no es preciso que luches!
Philokles sacudió la cabeza. La luz del fuego le transfiguraba el rostro; el cuerpo era rojo y dorado, pero la cara tenía huecos negros en vez de ojos, y su sonrisa erizó el pelo del cogote de Kineas.
-¿Odiarla? -dijo a través de su sonrisa-. ¿Odiarla? La amo como un borracho ama el vino, e igual que el borracho, parloteo acerca de ella cuando estoy sobrio.
Tirano es el primer volumen de una serie de seis. Esperé a tener todos los ejemplares antes de ponerme con ella, pero he descubierto que tienen cierta independencia, agrupándose los libros en tres pares con tres tramas consecutivas pero independientes, cada una de ellas con sus propios protagonistas y en una de las regiones del mundo helenístico, sucediendo las dos primeras durante la vida de Alejandro y las cuatro últimas durante las guerras de los diádocos. Así que la cosa promete. Y más cuando las críticas apuntan que la calidad va in crescendo.
Espero que también mejore la traducción, buena en general, pero con algunos deslices peculiares, como la expresión "no es precisamente tu fan" (me dejó fuera de juego), o "piquete" como piquero (de traca).
Con todo me ha parecido un libro muy recomendable. Tanto para el que quiera una novela de acción y aventuras, como para quien sea exigente con el rigor y la ambientación histórica.
Por cierto, reseñé otro libro del autor aquí. También muy bueno.
Tirano juega a fabular un relato en los márgenes de una gran obra conocida por todos: las conquistas de Alejandro.
Cuando Alejandro licencia a los aliados griegos Kineas, oficial de caballería ateniense, regresa con un grupo de amigos a su ciudad para descubrir que ha sido desterrado por servir junto al rey que derrotara a su polis en Queronea.
De forma aparentemente providencial encuentra una salida profesional al recibir una oferta para trabajar como mercenario e instructor de caballería para el tirano de Olbia. Tras un viaje accidentado en que, también de un modo presuntamente circunstancial, se le une un peculiar espartano, llega a la colonia de Euxino. Allí encontrará un clima político agitado, en el que dos facciones de nobles tienen que lidiar con un tirano imprevisible que vive en un estado de permanente desconfianza.
Mientras tanto Antípatro, gobernador de Macedonia en ausencia de Alejandro, recibe la orden de enviar más falangitas y auxiliares (mayormente tracios) a Persia para continuar la campaña. Antípatro se encuentra con que el oro de las conquistas no ha llegado a Macedonia y necesita efectivo para reclutar y contratar hombres, por lo que decide mandar a uno de sus generales para que las colonias del Mar Negro y los escitas se avengan a pagarles tributo.
En estas peligrosas circunstancias, y en la cuerda floja por la tensión política en Olbia, Kineas ha de entrenar a los hombres de la polis y buscar alianzas con Penticapaeum y -sobre todo- con los clanes escitas.
El autor recurre a esta argucia para relatar un hecho que no sucedió, pero que podría haber sido plausible. En cierto modo es una obra de fantasía en un contexto histórico real. Con todos los elementos y fidelidad histórica que podría pedirse a la novela más documentada, pero con una libertad casi total al ubicar la acción en -como decía- una de las esquinas del gran mapa de los hechos históricos reales.
No es solo un recurso ingenioso, si no que también huye de los relatos más trillados (hay innumerables novelas sobre Alejandro) y centra su atención en una región fascinante que ha sido a penas tratada tanto en novela como en ensayo.
A pesar de que la calificación de novela bélica sea lo primero que destacaríamos si tuviésemos que hablar del tema en general hay muchos otros aspectos brillantemente tratados en esta obra.
Sí, desde luego hay batallas. Y muy bien narradas. Quien quiera acción la va a encontrar a raudales. Va a ver hoplitas, falanges de piqueros, jinetes escitas, catafractos sármatas, escaramuzas, grandes batallas... En ese aspecto es un libro lleno de acción.
Quien quiera quedarse en ese plano será satisfecho. Pero me ha llamado mucho la atención el intenso cuidado con que el autor se acerca al mundo real de la época. Los personajes no piensan como héroes de acción de película, si no como griegos de su siglo; su forma de ver el mundo, sus creencias, su ética... Tenemos a nuestros protagonistas disfrutando de cenas con simposios, enfrentando a los jóvenes que vibran con la Ilíada con los veteranos que han vivido la guerra de cerca. Incluso detalles que no todo el mundo conoce, como que en el ideal de belleza griego no entraba que las mujeres de depilasen el entrecejo. También el tema de la homosexualidad -y todo el trajín por los efebos- está tratado con sutileza, pero de forma constante.
Me ha gustado mucho en ese sentido: no deja de ser una novela divertida y con mucha acción, pero está fabulosamente documentada y su recreación de la realidad histórica está ejecutada de una forma encomiable. Y no habría que dejar de mencionar multitud de guiños que los lectores con ciertos conocimientos en la materia sabrán apreciar con una sonrisa ("...y ya viste a los sármatas: son como hornos de ladrillos a lomos de sus caballos.")
Tal vez el lector "casual" encuentre un tanto tediosos los momentos de tertulia sobre filosofía y ética, pero en ellos hay escenas tan memorables como las mismas batallas.
-¡Si tanto la odias (la guerra), no es preciso que luches!
Philokles sacudió la cabeza. La luz del fuego le transfiguraba el rostro; el cuerpo era rojo y dorado, pero la cara tenía huecos negros en vez de ojos, y su sonrisa erizó el pelo del cogote de Kineas.
-¿Odiarla? -dijo a través de su sonrisa-. ¿Odiarla? La amo como un borracho ama el vino, e igual que el borracho, parloteo acerca de ella cuando estoy sobrio.
Tirano es el primer volumen de una serie de seis. Esperé a tener todos los ejemplares antes de ponerme con ella, pero he descubierto que tienen cierta independencia, agrupándose los libros en tres pares con tres tramas consecutivas pero independientes, cada una de ellas con sus propios protagonistas y en una de las regiones del mundo helenístico, sucediendo las dos primeras durante la vida de Alejandro y las cuatro últimas durante las guerras de los diádocos. Así que la cosa promete. Y más cuando las críticas apuntan que la calidad va in crescendo.
Espero que también mejore la traducción, buena en general, pero con algunos deslices peculiares, como la expresión "no es precisamente tu fan" (me dejó fuera de juego), o "piquete" como piquero (de traca).
Con todo me ha parecido un libro muy recomendable. Tanto para el que quiera una novela de acción y aventuras, como para quien sea exigente con el rigor y la ambientación histórica.
Por cierto, reseñé otro libro del autor aquí. También muy bueno.
Cada vez me gustan menos las portadas al "estilo 300" para este tipo de libros. Sobre todo porque se busca una primera impresión visual para intentar venderte algo bastante distinto de la realidad.
ResponderEliminarHombre, no hay que juzgar un libro por la portada y todo eso, pero no deja de ser el escaparate; y si lo que hace es atraer a más posibles compradores que una portada "aburrida", sinceramente, también a mi me gustaría para mi libro :D
EliminarDesde luego, desde luego. El problema es que desde películas como Gladiator y 300 muchos libros de novela histórica (y temáticas similares) han recurrido a portadas de este tipo, con la misma saturación de colores (dorado/azul o dorado/negro). Y pasado un tiempo, pues termina cansando.
EliminarNo se libra ni César Vidal :D
Yo creo que para los tipos de marketing esas portadas -tal como las has descrito- se han convertido en algo identificativo para un producto; y lo de identificar rápidamente un producto es algo que les gusta a los de marketing :D
EliminarA mí Camaeron me gusta mucho como escritor; es ameno, fácil de leer y a la vez interesante. El autor vive la época clásica literalmente, como puedes comprobar en su blog personal, y escribe sobre cosas que ha experimentado en persona, como correr con una armadura y equipo de hoplita completo :)
ResponderEliminarEn su día me leí las tres primeras y otros relatos de la misma época y todos son muy recomendables.
Javier Negrete también ha hecho sus pinitos como reenactor y creo que también se filtra en su forma de narrar.
EliminarDe Cameron me ha sorprendido que, aun siendo "peliculero" en la narración en tono épico y visceral de la acción, en el campo de la documentación y la recreación de la época es intachable. Allá donde tantos autores cometen fallos a Cameron no he podido ponerle ni un pero. Perfecto.
Gracias, pan pa' mi matate, otro a la cola
ResponderEliminarEspero que te guste ;)
Eliminar¿Es del estilo de Bernard Cronwell? Porque ya me he he leido las 7 de Sajones Vikingos y Normandos y me han gustado bastante.
ResponderEliminarDe Cornwell he leído Crónicas del Señor de la Guerra.
EliminarCameron me parece MUY superior en todos los aspectos.
De Cameron leí el Dios de la Guerra y me gustó aún siendo, en mi opinión, una de las novelas más críticas de Alejandro de las que he leído.
ResponderEliminarVeré de darle una oportunidad, además Kineas como personaje en el Dios de la Guerra, me cayó bastante bien.
La tengo pendiente, porque he leído muchas cosas de Alejandro, pero Cameron se ha convertido ya en un autor "de confianza" :)
EliminarHola, nunca es tarde si la dicha es buena :D solo he tardado 7 años desde que lei tu reseña y me apunté la saga de tirano en la lista de lectura en ponerme con ellos, y ya voy por el cuarto, simplemente espectacular, acción a raudales, te mete dentro de la acción, cuando parece que tienes un capítulo tranquilo, de pronto zas, se lia parda. Estoy enganchadisimo y esperando la nueva edición de Hail Caesar =D un saludo y gracias por la reseña.
ResponderEliminarMe alegra que te esté gustando. Me parece una saga increíblemente tapada para lo maravillosa que es.
EliminarEn cuanto se me olvide un poco más hago una relectura :)