*Esto se me ha descontrolado un poco por lo que, para libraros de un descomunal ladrillo, he decido dividir el texto sobre Atrebatia en dos partes, al que se añadirá la tradicional tercera como notas de diseño.*
Atrebatia es una tierra de pastos y colinas, salpicada de bosquecillos, bañada por las aguas del Mar Gris y separada de las tierras de los marcemanios por el río Lundum. Habitadas por los descendientes de una cultura que se extendía hacia el norte hasta la hoy aterradora Tír na Marbh las tierras atrabatias fueron conquistadas para el Antiguo Imperio por el general Tasius. El triunfo de Tasius fue el resultado de una campaña de varias décadas en la que los atrebatios habían luchado una desesperada guerra de guerrillas desde sus fortalezas y las colinas.
A pesar de unas cuantas insurrecciones puntuales Atrabatia sufrió un proceso de asimilación cultural. Las élites locales se vieron seducidas por las oportunidades de negocio que la paz imperial propiciaba y, poco a poco, los ciudadanos más pudientes ansiaban verse como imperiales de pura cepa y se plegaban con entusiasmo a la arquitectura, modas y costumbres llegadas directamente desde Fundatio.
En unas pocas generaciones, esa provincia que tanto había costado conquistar y levantisca como pocas fue transformándose en una de las más fieles del Imperio. Si bien las gentes de las poblaciones más humildes y las colinas más lejanas seguían fieles a su cultura ancestral y a la Vieja Tradición, la aristocracia comercial y urbana fue permeable a toda la influencia imperial, lo que hizo que también Atrebatia sufriese las tribulaciones del conflicto con el Triple Culto.
Durante las crisis económicas y militares del Antiguo Imperio la corte de Fundatio decidió retirar las tropas de la legión que guarnecía Atrebatia. Eso, evidentemente, la exponía a los ataques que pudiera sufrir desde Marcemania, pero el cúmulo de catástrofes hizo que varios oficiales del estado mayor viesen respaldada su postura de que aquellos hombres serían más necesarios en provincias más críticas y -sobre todo- más cercanas a la propia Fundatio.
Afortunadamente para Atrebatia los clanes más belicosos de Marcemania avanzaban ya con denuedo hacia Ludicia y Vataria. Insospechadamente Atrebatia vivió unos decenios de paz mientras el resto del Imperio se convulsionaba.
Esas décadas sirvieron para establecer una nueva configuración política en Atrabatia. El hueco de poder que había dejado el Imperio fue ocupado por familias de acaudalados terratenientes y unos cuantos militares que se habían escabullido con grupos de soldados durante el retiro de la legión y que ahora actuaban como caudillos en algunas fortalezas, estableciendo una suerte de feudos con los villorrios de los alrededores.
Pero como sucediese que el gobernador decidió permanecer en Atrebatia tras el abandono imperial, se aupó con una serie de cargos y prebendas, siendo visto por el resto de la nobleza como una suerte de protector de Atrebatia, aunque su función correspondía más a una especie de símbolo de algo que podríamos llamar "espíritu nacional atrebatio", más que la ostentación de un poder político real.
El peculiar microcosmos de la geografía política atrabatia no tardó en poblarse de rencillas y riñas fronterizas.
El gobernador Aurius había tenido dos hijos. Aurius II, el mayor de ellos, permaneció junto a su padre aprendiendo las artes del oficio de las armas. Vortus, el hermano menor, se casó con una rica hacendada de la rivera del Lundum. Al fallecer su esposa Vortus se encontró con una respetable fortuna, pero escasas tierras y aun más escaso poder político. Vortus comenzó una serie de hostilidades con los reinos atrebatios vecinos, litigando por tierras fronterizas con vagas excusas en torno a su deber de defender a aquellos clientes que tenían disputas abiertas por motivos de lindes. Las disputas rurales fueron subiendo de tono desde los gritos detrás de cercados, a disputas tabernarias que acabaron desembocando en asesinatos y una espiral de venganzas. Fue en este clima de abierta hostilidad cuando un recaudador de tributos de Vortus, así como todos los miembros de su escolta, fueron emboscados, desvalijados y asesinados por un clan dependiente de un señor vecino.
El conflicto estalló abiertamente y las milicias se armaron y se enfrentaron en varias escaramuzas que no podrían recibir el nombre de batallas debido a la escasa preparación y pésimo equipo de los combatientes. Con la situación enconada Vortus decidió invitar a cruzar el Lundum a los Iotingas, un pueblo marcemanio. Valiéndose de sus riquezas Vortus contrató a los Iotingas como mercenarios, apoyándose también en la promesa a largo plazo de la concesión de tierras de los territorios que preveía arrebatar a sus rivales.
A pesar de no ser un pueblo con una experiencia militar tan marcada como los otros pueblos mercemanios que habían guerreado con el Antiguo Imperio, los Iotingas se probaron como efectivos combatientes en las batallas que los enfrentaron a las precarias milicias de los reinos atrabatios sureños y el territorio controlado por Vortus fue aumentando cada vez más.
Durante todos aquellos años de campañas fronterizas muchos nobles y gentes acaudaladas del sur de Atrebatia llegaron buscando protección a la corte de Aurius, al que abrumaban con lamentos y peticiones de ayuda. Aurius solicitó a su hijo menor que detuviese sus agresiones y restituyese a los nobles derrotados sus tierras en virtud a lo redactado en la ley imperial. Vortus respondió con insolencia declarando que en esta nueva era el derecho imperial había perdido todo su valor.
Atribulado por la idea de guerrear contra su propio hijo Aurius permaneció inoperante durante cuatro años hasta que finalmente falleció a consecuencia de unas fiebres. Aurius II ascendió a la gobernatura militar y, tras un ultimátum, declaró la guerra a su hermano. Aurius II se había enamorado perdidamente de Igratia, una princesa de los reinos de sur cuyo padre había sido destronado por Vortus y que llevaba varios años como refugiados en la corte del gobernador.
La timorata y vergonzosa paz que Aurius I había mantendio llegó a su fin con el ascenso de su heredero.
Atrebatia es una tierra de pastos y colinas, salpicada de bosquecillos, bañada por las aguas del Mar Gris y separada de las tierras de los marcemanios por el río Lundum. Habitadas por los descendientes de una cultura que se extendía hacia el norte hasta la hoy aterradora Tír na Marbh las tierras atrabatias fueron conquistadas para el Antiguo Imperio por el general Tasius. El triunfo de Tasius fue el resultado de una campaña de varias décadas en la que los atrebatios habían luchado una desesperada guerra de guerrillas desde sus fortalezas y las colinas.
A pesar de unas cuantas insurrecciones puntuales Atrabatia sufrió un proceso de asimilación cultural. Las élites locales se vieron seducidas por las oportunidades de negocio que la paz imperial propiciaba y, poco a poco, los ciudadanos más pudientes ansiaban verse como imperiales de pura cepa y se plegaban con entusiasmo a la arquitectura, modas y costumbres llegadas directamente desde Fundatio.
En unas pocas generaciones, esa provincia que tanto había costado conquistar y levantisca como pocas fue transformándose en una de las más fieles del Imperio. Si bien las gentes de las poblaciones más humildes y las colinas más lejanas seguían fieles a su cultura ancestral y a la Vieja Tradición, la aristocracia comercial y urbana fue permeable a toda la influencia imperial, lo que hizo que también Atrebatia sufriese las tribulaciones del conflicto con el Triple Culto.
Durante las crisis económicas y militares del Antiguo Imperio la corte de Fundatio decidió retirar las tropas de la legión que guarnecía Atrebatia. Eso, evidentemente, la exponía a los ataques que pudiera sufrir desde Marcemania, pero el cúmulo de catástrofes hizo que varios oficiales del estado mayor viesen respaldada su postura de que aquellos hombres serían más necesarios en provincias más críticas y -sobre todo- más cercanas a la propia Fundatio.
Afortunadamente para Atrebatia los clanes más belicosos de Marcemania avanzaban ya con denuedo hacia Ludicia y Vataria. Insospechadamente Atrebatia vivió unos decenios de paz mientras el resto del Imperio se convulsionaba.
Esas décadas sirvieron para establecer una nueva configuración política en Atrabatia. El hueco de poder que había dejado el Imperio fue ocupado por familias de acaudalados terratenientes y unos cuantos militares que se habían escabullido con grupos de soldados durante el retiro de la legión y que ahora actuaban como caudillos en algunas fortalezas, estableciendo una suerte de feudos con los villorrios de los alrededores.
Pero como sucediese que el gobernador decidió permanecer en Atrebatia tras el abandono imperial, se aupó con una serie de cargos y prebendas, siendo visto por el resto de la nobleza como una suerte de protector de Atrebatia, aunque su función correspondía más a una especie de símbolo de algo que podríamos llamar "espíritu nacional atrebatio", más que la ostentación de un poder político real.
El peculiar microcosmos de la geografía política atrabatia no tardó en poblarse de rencillas y riñas fronterizas.
El gobernador Aurius había tenido dos hijos. Aurius II, el mayor de ellos, permaneció junto a su padre aprendiendo las artes del oficio de las armas. Vortus, el hermano menor, se casó con una rica hacendada de la rivera del Lundum. Al fallecer su esposa Vortus se encontró con una respetable fortuna, pero escasas tierras y aun más escaso poder político. Vortus comenzó una serie de hostilidades con los reinos atrebatios vecinos, litigando por tierras fronterizas con vagas excusas en torno a su deber de defender a aquellos clientes que tenían disputas abiertas por motivos de lindes. Las disputas rurales fueron subiendo de tono desde los gritos detrás de cercados, a disputas tabernarias que acabaron desembocando en asesinatos y una espiral de venganzas. Fue en este clima de abierta hostilidad cuando un recaudador de tributos de Vortus, así como todos los miembros de su escolta, fueron emboscados, desvalijados y asesinados por un clan dependiente de un señor vecino.
El conflicto estalló abiertamente y las milicias se armaron y se enfrentaron en varias escaramuzas que no podrían recibir el nombre de batallas debido a la escasa preparación y pésimo equipo de los combatientes. Con la situación enconada Vortus decidió invitar a cruzar el Lundum a los Iotingas, un pueblo marcemanio. Valiéndose de sus riquezas Vortus contrató a los Iotingas como mercenarios, apoyándose también en la promesa a largo plazo de la concesión de tierras de los territorios que preveía arrebatar a sus rivales.
A pesar de no ser un pueblo con una experiencia militar tan marcada como los otros pueblos mercemanios que habían guerreado con el Antiguo Imperio, los Iotingas se probaron como efectivos combatientes en las batallas que los enfrentaron a las precarias milicias de los reinos atrabatios sureños y el territorio controlado por Vortus fue aumentando cada vez más.
Durante todos aquellos años de campañas fronterizas muchos nobles y gentes acaudaladas del sur de Atrebatia llegaron buscando protección a la corte de Aurius, al que abrumaban con lamentos y peticiones de ayuda. Aurius solicitó a su hijo menor que detuviese sus agresiones y restituyese a los nobles derrotados sus tierras en virtud a lo redactado en la ley imperial. Vortus respondió con insolencia declarando que en esta nueva era el derecho imperial había perdido todo su valor.
Atribulado por la idea de guerrear contra su propio hijo Aurius permaneció inoperante durante cuatro años hasta que finalmente falleció a consecuencia de unas fiebres. Aurius II ascendió a la gobernatura militar y, tras un ultimátum, declaró la guerra a su hermano. Aurius II se había enamorado perdidamente de Igratia, una princesa de los reinos de sur cuyo padre había sido destronado por Vortus y que llevaba varios años como refugiados en la corte del gobernador.
La timorata y vergonzosa paz que Aurius I había mantendio llegó a su fin con el ascenso de su heredero.
Por que todo lo que escribe o huele a sandalia, o huele a edad oscura??XXDD
ResponderEliminarPorque el full plate high fantasy está quemadísimo :P
EliminarA mi cada vez me atrae más un trasfondo con fuertes tintes a Edad Oscura como escenario para dejar volar la fantasía.
EliminarNo es tan tradicional y no cae en excentricidades +1
EliminarPues no sé... en mis juegos de rol la coraza no era tan habitual... será que jugaba a Merp/rolemaster, y los críticos eléctricos dolían... XXDD
EliminarEsos críticos tan divertidos de leer, sí :D
EliminarYo ahora me estoy decantando más por las sandalias.
ResponderEliminarSabes lo que es bueno ;)
EliminarHuele bastante a Francos :P
ResponderEliminarMás bien sajones ;)
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