Nemus: elfos de los bosques

Dibujo de Corndoggy
El mundo vive y muere en un ciclo constante. El paso de las estaciones marca el ritmo de su respiración. Del mismo modo que los árboles hunden sus raíces en la tierra y alzan sus ramas hacia el cielo, así también el mundo se aferra al plano físico mientras extiende sus manos hacia la eternidad.
Así es y así lo sabe el pueblo de las frondas.

Cuando sus hermanos abandonaron los bosques y construyeron grandes ciudades de piedra el pueblo de las frondas se negó a ser domesticado y a renunciar a sus labores.
 Las eras pasaron, pero el pueblo de las frondas no dejó de recorrer las sendas: las arterias y venas de Nemus, invisibles para todos aquellos que no saben mirar. El pueblo de las frondas no necesitó filosofías complejas ni dioses sofisticados, porque el propio mundo era una parábola del todo y un ejemplo vivo de su misma divinidad.

Mientras que otras razas se confinaban en sus reinos y en sus ciudades, los elfos de los bosques continuaron vagando sobre la superficie de Nemus, porque igual que nadie se encerraría en una única habitación, tampoco el pueblo de las frondas ataría su existencia a un único lugar cuando el mundo entero era su hogar. Y así el mundo es su hogar y su jardín, el ser que les cobija y al que cuidan.
Entre los árboles, hasta las lejanas colinas, por la sombra de cañadas, serpenteando entre montañas, los elfos del bosque siguieron caminos que nadie más ve y marcaron los cruces con menhires e hitos, sembrando el paisaje de marcas carentes de significado para las demás razas.

Y en su eterno peregrinaje, en las tierras al este del Gran Mar Central, el pueblo de las frondas encontró a una raza joven cuyos individuos, en su inocencia, se llamaban hombres a si mismos. Se habían asentado en un gran claro al norte de una montaña, en una tierra de llanuras que llamaban Nemus. Los elfos del bosque sintieron curiosidad, y su naturaleza benevolente les inclinó a acercarse a ellos.
Para comunicarse con aquellos seres les enseñaron una versión simplificada de su propio idioma y les mostraron su cultura. Los hombres se sintieron maravillados y, aun sin entenderlas demasiado, aceptaron sus creencias y pusieron en pie grandes piedras, en imitación a lo que el pueblo de las frondas levantaba, y para ganarse su aprobación.
Así como resultó que aquellos hombres eran un pueblo también inclinado a caminar, el pueblo de las frondas les permitió que les acompañaran en su errar eterno.

Aunque estaba en su naturaleza deambular por el mundo, a veces, grupos de aquellos hombres parecían cansarse del viaje sin fin de los elfos. Veían algún lugar agradable, junto a un río, en la rivera de un lago, o en un puerto natural, y con ingenuidad exclamaban "¡Nemus, Nemus!", se detenían allí y se negaban a continuar. Así el pueblo de las frondas fue despidiendo a aquellos compañeros de viaje, hasta que el último de ellos abandonó su compañía
A pesar de que el pueblo de las frondas había terminado por sentir cierto aprecio por los hombres, decidieron que debían seguir su propio camino. A veces una comunidad fracasaba a causa de un desastre o un conflicto, pero era una raza joven y entusiasta y fue consolidándose en muchas regiones. Con el paso del tiempo el recuerdo de los elfos fue diluyéndose, convirtiéndose en mito y quedando olvidado con la aparición de sus propias religiones y la construcción de sus sistemas sociales.
El pueblo de las frondas continuó visitándolos discretamente hasta que llegó el día en que consideraron que sus caminos habían quedado completamente separados, con la excepción de algunas tierras donde los hombres aun adoraban a los dioses silvanos en sus formas más puras y se aferraban a lo que llamaron Viejas Tradiciones.


Ahora las razas jóvenes se extienden por el mundo. Algunas son lombrices -dice el pueblo de las frondas-, que horadan la tierra y la oxigenan. O aves que con sus propios excrementos abonan la tierra que sobrevuelan. Pero otros son gorgojos que devoran con ansia inconsciente. "¿Qué clase de jardineros seríamos" -se dicen los elfos del bosque- "si permitiésemos que los gorgojos acabasen con nuestros árboles?".
Así el consejo druídico guió al pueblo de las frondas en la política de "ignora a la lombriz y aplasta al gorgojo". Ahora el pueblo de las frondas recorre las sendas élficas igual que ayer, pero sus manos empuñan arcos y lanzas.
Pero, ¿quienes son lombrices y quienes son gorgojos? Cada comunidad de elfos de los bosques tiene sus propias interpretaciones y, mientras que algunos grupos se mostrarán proclives a acercamientos amistosos a otros pueblos o ante aquellos que se crucen en sus caminos, otros serán más huidizos o abiertamente hostiles. A la larga esto terminó traduciéndose en una respuesta cada vez menos afín por parte de otras razas, que terminaron viendo a los elfos del bosque como criaturas aparentemente aleatorias, capaces de comerciar con un poblado durante una primavera para -según su percepción- regresar unos años más tarde y exterminarlo.
Los propios elfos grises y altos elfos se vieron afectados por la creciente desconfianza (o abierta animadversión racial), y muchas veces se enfrentan a actitudes intolerantes a pesar de esforzarse en aclarar que no son elfos del bosque y que ellos mismos se ven expuestos a la presunta naturaleza caprichosa de sus primos. Finalmente el efecto secundario ha sido que, mientras que los elfos grises siguen esforzándose en adaptarse a otras culturas, los altos elfos se han visto reforzados en su actitud aislacionista y poco diplomática con otras razas.

Comentarios

  1. Me gusta mucho el enfoque que les has dado, sobre todo el hecho de que cada tribu se relacione de manera diferente con el resto de razas, ya que da mucho juego a la hora de crear bandas y trasfondos.

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    1. Gracias, Dorkaraz.
      Ese es un aspecto en el que me he ido esforzando; quería dejar espacio a que cada cual refleje su interpretación.

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  2. Claro que si. A veces hay que abonar el mundo, por ello ponemos la basura bajo tierra....XD

    Personalmente siempre he sido más proclive a ver a los elfos silvanos como una cultura compleja, obligada a vivir en la espesura. En este sentido, creo que estoy más cerca de los molones Sitha de añoranzas y pesares, que de los elfos salvajes que plantean otros relatos.

    Esos bretonianos se retrasan XD.

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    1. Supongo que para los silvanos he ido moviéndome con diversas influencias.
      El sábado lo tendréis explicado ;)

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  3. Me emcantan los elfos que has diseñado :D el vivir en "el tronco" de nemus da muchas posibilidades :) Dan ganas de pillarse elfos, aunque el estilo clasico con capuchas que me gusta es dificil de encontrar

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    1. Creo que Mirliton tiene unos cuantos de aire retro.
      Y con capucha hay alguna referencia maja en Reaper.

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    2. Aunque son caretes, me encantan los de blacktree :)

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    3. De vez en cuando suelen sacar ofertas. Estate atento si te gustan ;)

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  4. Buenas,
    Me gusta ese aspecto intervencionista que les has dado a los silvanos a diferencia de los elfos de clausura de otros transfondos. Siempre he visto más a los elfos como árbitros y jueces, diciendo a las demás razas como es "mejor" q hagan las cosas por su "bien" q para eso llegaron antes y saben más. Por eso llevo enanos... XD

    Feuermann, a un precio algo caro (3 euros/mini) tienen los de GW del hobbit. Seguro q en alguna tienda de descuentos los consigues a mejor precio.

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    1. Exacto. Siempre he pensado en ellos como una raza que se arroga derechos y obligaciones por encima de los "recién llegados" :)

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  5. Me gusta mucho. No tanto como los trasgos (algo imposible de superar para ninguna raza jeje) pero también me molan mucho.

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    1. Reconozco que opino algo muy similar :)

      En la próxima entrega (tras las notas de diseño de los silvanos) empezamos con los humanos.

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  6. No he podido evitar que me recuerden a los iroqueses de la época colonial. A los ingleses deberían resultarles un pueblo difícil de entender en sus tradiciones y manera de entender la naturaleza. Y sobre todo en sus relaciones con los recién llegados, dónde podían pasar de un comercio más o menos amistoso a destruir granjas de manera inmisericorde

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