Sobre las cotas de malla

Esperaré a terminarlo para escribir la crítica, pero el libro que me tiene ocupado me está gustando tanto que no he podido resistirme a haceros un adelanto en forma de extractos.
Se trata de una novela histórica del galés John James. Su título original es Men went to Cattraeth, haciendo referencia a los versos de Y Gododdin. Aquí lo han cambiado por La Lucha por Britania; no sé si será cosa del traductor o de la editorial, pero tiene delito.
La espantosa (y totalmente ajena) portada de la edición española supongo que es culpa exclusiva de la editorial. No permitáis que os espante, haceros con un ejemplar de esta novela sea como sea.

Vale que el libro está ambientado en mi época y lugar favoritos, pero eso no me impide apreciar que es el libro mejor ambientado que he leído jamás. Es impresionante. Ya os hablaré más de él cuando haga la crítica.
De momento quería dejaros con un extracto que es un buen ejemplo de esa magnífica ambientación: una serie de comentarios referidos a las cotas de malla que me han parecido brillantes y tremendamente ilustrativos. Os dejo con ellos.

*****

Las espadas precisan de pericia y habilidad para crearlas, y los escudos precisan de tiempo. Las cotas de malla requieren ambas cosas. Una cota de malla no puede hacerse rápidamente para una campaña. Es más un trabajo de joyería que de herrería. Primero se tienen que amartillar las barras de hierro en tiras largas, un poco más gruesas que los tallos de la avena. Cada anilla se une a cuatro anillas más entrelazadas, y cada una de éstas, a cuatro más. Así, un millar de ellas quedan entrelazadas para conseguir una camisa tejida al igual que lo están las de lana, lo suficientemente grande como para proteger el pecho de un hombre del golpe de una flecha. Semanas y semanas de trabajo darán como fruto una tira de tela de hierro que, al coserla, te dará una manga. Una camisa tiene dos mangas, y el pecho requerirá el trabajo de doce mangas. Un año de trabajo de herrería, trabajando con tranquilidad, anilla tras anilla, de manera monótona, dará la suficiente malla para vestir a un hombre para la guerra. Y, por supuesto, durante todo ese tiempo, el herrero debe ser alimentado.
Una cota de malla es una cosa muy preciada, que no se puede comprar fácilmente o de manera económica, y no creo que en todos los reinos del norte haya más de quinientas(...)


  La malla de una cota siempre evitará que una punta o un filo rasguen la carne, pero no sirve para proteger de la fuerza de un golpe. Un buen impacto con un hacha. O incluso con una vara o una barra de hierro, asestado contra un cuerpo protegido por hierro, bien puede partir un hueso. También se podía ver a más de un hombre morir lentamente por culpa de un bazo roto, después de recibir un golpe en la espalda, o escupiendo sangre por tener las costillas incrustadas en los pulmones, muriendo igualmente, o incluso hombres que con las espaldas rotas siguen viviendo, durante muchos años además, pero sin poder moverse. A veces un golpe no rasga la carne, pero la fuerza desatada en él puede romper los huesos.
Así que, cuando los herreros han hecho una camisa de malla, debes coser una tira de cuero endurecido, firme e inflexible. Siempre tienes que recordar ponerle cinco o seis capas de piel de buey también sobre los hombros. Eso te salvará si recibes un golpe dirigido hacia las clavículas. Además, te impide que levantes demasiado el brazo con la euforia del combate, y dejar al descubierto tu axila como punto débil. Los granjeros costa abajo caminan sin zapatos, guiando a sus caballos con cuerdas hechas de paja, porque tres años atrás mandaron toda su piel de buey a Mynydog. Con todo eso endurecemos nuestras mallas. Gracias a esto, todos nosotros nos podemos permitir el cabalgar con botas altas de cuero, ya que podemos alforzarles pliegues de dos vueltas de piel para mantener nuestras espinillas a salvo durante la batalla o entre las zarzas.


Pero además de eso, es necesario más acolchamiento. El cuero endurecido hace poco más que amortiguar el golpe y expandirlo por todo tu tronco, en lugar de dejar que recorra una línea de dolor. Incluso así, un golpe bien situado puede dejarte sin aire y dando vueltas por el suelo, con la esperanza, dentro de tu agonía, de que alguno de tus compañeros venga a tu rescate. Lo que solemos hacer es llevar dos jubones de piel de oveja debajo de la malla, uno con la lana por fuera y la siguiente con la lana pegada al cuerpo, para que así absorba todo el sudor. Debajo de todo eso, sin lugar a dudas, vas a sudar, y cuando tu camisa se seque por la noche, a la mañana siguiente la encontrarás tiesa y blanca por la sal del cuerpo, capaz de amortiguar golpes por sí sola. Yo tenía que lavar mi camisa siempre al final de cada semana, y es por eso por lo que Mynydog nos daba tantas. También estaba de moda llevar un tapabocas alrededor del cuello, si podías hacerte con uno, para evitar que la armadura te hiciera rozaduras, así como para que absorbiera también el sudor. Al final de un día de cabalgada no había nada mejor para un hombre que coger su cubrebocas y retorcerlo para ver cómo el chorro de líquido hacía un charco a sus pies. Los hombres hacían que sus enamoradas les tejieran cubrebocas y bufandas con los colores de sus familias, o con los del rey.
Tanto las camisas que llevábamos, como las pieles de oveja que teníamos bajo la malla, y las ropas de monta que llevábamos puestas, así como los jubones que hacían para la infantería, los confeccionaban granjeros de la costa y de las colinas, lloviera o nevara, que llevaban abrigos viejos y descansaban en camas frías por las finas sábanas que tenían. Esa era la gente que había costeado la campaña. Lo habían hecho todo con herramientas muy pobres, e insuficientes. Un año antes, incluso antes de que me rescataran en Eudav, cuando Mynydog todavía tenía solo esta campaña en su mente, Precent y Gwanar habían ido por todas las granjas del reino buscando hierro, y llevándose todo el metal que los granjeros pudieran tener de repuesto, e incluso el que no tenían. Precent se llevaba incluso palas viejas, horcas de dientes rotos, o algún carro de transporte que no estuviera utilizando nadie, y como Gwanar atraía la atención por su cuenta, Precent aprovechaba y también se llevaba las ruedas de hierro, las cadenas y los grilletes. Una reja de arado rota siempre era un buen hallazgo, y los clavos de un par de zapatos no eran demasiado poco como para no tomarlos. Estos granjeros pagaron bien en hierro, así como también en trabajo. Avanzado ya el verano, muchos estarían listos para pagar, esta vez en sangre, porque también estuvieron dispuestos a marchar como infantería junto a nosotros, hacia el sur. Todo eso pagaron a la Casa, y cuando esta gente nos vio llegar cabalgando, vieron agradecidos en qué se habían gastado sus pagos.

Comentarios

  1. Me ha gustado una tela el fragmento Endakil, muy interesante.
    Por cierto y perdón por la ignorancia, el cubrebocas ¿qué vendría a ser exactamente?
    Saludos!

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Lo mismo y con la misma función que el famoso pañuelo rojo que llevaban los romanos. Básicamente evitar que la armadura te haga rozaduras en el cuello :)

      Eliminar
  2. Definitivamente, lo tuyo con la edad oscura es para hacértelo mirar.:P

    Miedo me da ese libro.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Reconozco que no soy un juez imparcial, pero me está pareciendo sublime ^_^

      Eliminar
  3. Me ha gustado mucho.
    Miraré en mi librería a ver si lo encuentro.
    Thanks!
    ;)

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Para más señas: http://www.edicionespamies.com/libros.php?libro=84

      Eliminar
  4. Bueno, bueno, bueno, lo apunto y lo busco, que estoy sin nada que leer.
    En cuanto a la malla... pues no creo que fuese tan difícil hacerlas, los romanos las fabricaban a miles para sus legionarios (sí, ya se que sus fábricas las manejaban esclavos, pero aún así...). Yo creo que era más un problema de precio. Y conozco a alguien, un amigo de mi hermano, que se hizo una. Es verdad que partió de hilo de acero que compró en una ferretería, pero enrrollarlo, cortar los anillos y enlazarlos, eso tuvo que hacerlo él. Su tiempo le llevó, pero lo hizo. De hecho, tengo un trozo de malla guerdado (perdido...) en algún lugar.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Los romanos terminaron volviendo a la cota de malla no por motivos de producción (como los que comentas), si no por logística en campaña.
      Cualquier legionario medianamente hábil podía sustituir el puñado de anillas que se hubiesen roto en combate, pero reparar una segmentata requería un herrero y toda su impedimenta.

      Tengo ganas de probarme una para comprobar el tema del peso en los hombros ^_^

      Eliminar
  5. Anónimo10:16 a. m.

    Qué texto más bien escrito, me están entrando auténticas ganas de pillar ese libro! Me atrae especialmente lo realista no ya sólo de lo que cuenta, sino de cómo lo cuenta, dando la sensación de que el escritor se ha imbuido en la mentalidad de la época. Gracias por compartirlo con nosotros. Con respecto a la cota, yo también he pensado en hacerme una, reconozcámoslo, es el sueño húmedo de todo friki jaja. Oye, si alguna vez visitas (aunque supongo que si has ido allí ya lo habrás visto, pero te lo digo "paporsi") el Museo del Ejército en París, junto a los campos de Marte y los Inválidos, tienen una sección de armaduras medievales muy chulas (no sólo europeas, sino tambén chinas, árabes y japonesas), y un diagrama donde te explican cómo la armadura europea evoluciona cada 100 años desde el siglo XIII al XVII, detallándote el nombre de cada pieza (aljófar, avambrazo, etc.). Seguramente tú ya te conozcas todas esas historias jaja pero a mi me resultó bastante didáctico

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Bueno, el de París no lo he visto, pero sí el Imperial War Museum de Londres y el de Atenas. Ambos muy recomendables, pero para visitar con tiempo.

      Hazte con el libro si puedes, te encantará.

      Eliminar
  6. Anónimo7:22 p. m.

    Una pregunta tonta que me ha dejado rallado... ¿El libro es 100% histórica, o un poco fifty fifty? Porque en la sinopsis que acabo de ver hablan de Camelot :S

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Tiene algunas partes traducidas para los que no son fans de la Arturiana.
      Como Cornwall por Kernow y Camelot por... Caerleon, por ejemplo.
      http://en.wikipedia.org/wiki/Caerleon

      Yo me inclino más por la hipótesis de Gwynedd (la mayor ciudad de Gwent era más una colonia irlandesa en esa época), pero estoy dispuesto a aceptar Caerleon como candidata posible.

      Eliminar
  7. Muy interesante, muy interesante...

    Estos meses estoy bastante justo de tiempo y mi ritmo de lectura ha bajado bastante, pero ahora que vuelven los frios y que he comenzado a montar unas minis de SAGA, creo que podre encontrar un ratillo para "ambientarme", xD

    Muchas gracias por la recomendacion y espero ver pronto la critica.

    Un saludo

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Tendrías que aprovechar que andas por esas tierras gabachas para darle un try al L'Art de la Guerre. Tiene muy buena pinta ;)

      Eliminar
    2. no seria mala idea, algo he oido de el.

      El problema es que en la ciudad donde "he caido" no hay mucho movimiento de miniaturas, o al menos de momento no lo he encontrado. A ver si hago la version "francesa" del blog y voy tomando mas contacto con los "jeux de guerre", xD

      Un saludo.

      Eliminar
    3. Si le dan a MTG espero que no sean tan impresentables como el ganador del GP de Lyon y sus amigos :P

      Eliminar

Publicar un comentario