"Se trata de un universo en el que la magia funciona y los espíritus son reales, pero aún no se ha descubierto la ciencia moderna ni la tecnología, o tal vez hayan sido olvidadas. Todos los hombres son fuertes, todas las mujeres hermosas, los problemas son simples y la vida es siempre una aventura."
Ponerme con las aventuras del cimmerio era una cuenta pendiente desde hacía muchos años y he decidido ir solucionándolo con la lectura de la primera de la larga serie de novelas escritas tanto por Robert E. Howard, como por otros autores que terminaron de perfilar la Era Hibória.
Y lo que me he encontrado en la primera novela de Conan ha sido tanto lo que esperaba de ella, como un regusto muy agradable.
Las obras de Robert E. Howard pertenecen al popular género "espada y brujería", con la etiqueta de "baja fantasía" en contraposición a la "alta fantasía" que encontraríamos en Tolkien, por ejemplo. A primera vista puede parecer un término bastante peyorativo, pero no deja de ser una etiqueta, y sus características literarias tienen sentido dentro del género pulp en el que las aventuras de Conan tuvieron su ecosistema.
En lugar de encarar una aventura a largo plazo con algún propósito de gran trascendencia en su mundo, en las novelas de Conan nos encontramos con numerosos relatos independientes (aunque en la edición que estoy leyendo han sido ordenados cronológicamente). Estas pequeñas historias son puñetazos directos, sin ningún rodeo, introduciendo al lector en la acción frenética sin explicaciones de más, y saltando de parte a parte a través de cliffhangers (ahí se aprecia muy bien la estructura pulp).
No cabe esperar una exquisita literatura, como quien se sentara ante un menú de diseño negro sobre blanco. Pero tampoco es literatura basura de consumo tipo fastfood (y estoy pensando en todos esos libros por encargo para diferentes franquicias de fantasía y ci-fi). Conan es, por seguir con los símiles culinarios, el equivalente a una señora tortilla de patatas o un bocadillo de calamares.
Cumple perfectamente su objetivo como literatura de divertimento y evasión, llevando al lector de espadazo en espadazo, de huida en huida, de tesoro en tesoro, haciéndole pasar las páginas con rapidez y un entusiasmo que eleva el ímpetu lector.
Pero, además de esa acción trepidante, me ha agradado mucho encontrar en Conan el talento para hacer soñar al lector. Es una sensación difícil de explicar, pero el hecho es que muchos libros muy bien escritos carecen de espíritu, del ánimo onírico que lleva en volandas a quien recorre sus páginas a otro mundo vivo, lleno de magia y misterio. Conan sorprende y cumple también en este aspecto, proporcionando un disfrute total en el que casi puede olerse el perfume de cada bella mujer, sentirse el aire seco de la estepa, oírse el tintineo del oro, saborearse cada salpicón de sangre.
"...un universo de color púrpura, dorado y carmesí en el que todo es posible, excepto el tedio".
Ponerme con las aventuras del cimmerio era una cuenta pendiente desde hacía muchos años y he decidido ir solucionándolo con la lectura de la primera de la larga serie de novelas escritas tanto por Robert E. Howard, como por otros autores que terminaron de perfilar la Era Hibória.
Y lo que me he encontrado en la primera novela de Conan ha sido tanto lo que esperaba de ella, como un regusto muy agradable.
Las obras de Robert E. Howard pertenecen al popular género "espada y brujería", con la etiqueta de "baja fantasía" en contraposición a la "alta fantasía" que encontraríamos en Tolkien, por ejemplo. A primera vista puede parecer un término bastante peyorativo, pero no deja de ser una etiqueta, y sus características literarias tienen sentido dentro del género pulp en el que las aventuras de Conan tuvieron su ecosistema.
En lugar de encarar una aventura a largo plazo con algún propósito de gran trascendencia en su mundo, en las novelas de Conan nos encontramos con numerosos relatos independientes (aunque en la edición que estoy leyendo han sido ordenados cronológicamente). Estas pequeñas historias son puñetazos directos, sin ningún rodeo, introduciendo al lector en la acción frenética sin explicaciones de más, y saltando de parte a parte a través de cliffhangers (ahí se aprecia muy bien la estructura pulp).
No cabe esperar una exquisita literatura, como quien se sentara ante un menú de diseño negro sobre blanco. Pero tampoco es literatura basura de consumo tipo fastfood (y estoy pensando en todos esos libros por encargo para diferentes franquicias de fantasía y ci-fi). Conan es, por seguir con los símiles culinarios, el equivalente a una señora tortilla de patatas o un bocadillo de calamares.
Cumple perfectamente su objetivo como literatura de divertimento y evasión, llevando al lector de espadazo en espadazo, de huida en huida, de tesoro en tesoro, haciéndole pasar las páginas con rapidez y un entusiasmo que eleva el ímpetu lector.
Pero, además de esa acción trepidante, me ha agradado mucho encontrar en Conan el talento para hacer soñar al lector. Es una sensación difícil de explicar, pero el hecho es que muchos libros muy bien escritos carecen de espíritu, del ánimo onírico que lleva en volandas a quien recorre sus páginas a otro mundo vivo, lleno de magia y misterio. Conan sorprende y cumple también en este aspecto, proporcionando un disfrute total en el que casi puede olerse el perfume de cada bella mujer, sentirse el aire seco de la estepa, oírse el tintineo del oro, saborearse cada salpicón de sangre.
"...un universo de color púrpura, dorado y carmesí en el que todo es posible, excepto el tedio".
Sabeis en que episodio de Conan ? matan a Belit ??
ResponderEliminarSe visualiza el ahorcamiento ó sólo se cita ?
Se habla de Belit en el segundo libro.
ResponderEliminarTambién tienes info en la Wikipedia.
Gracias por tu información Endakil.
ResponderEliminarQuería saber también si en las ediciones gráficas (comics) se describe, en viñetas claro está, el episodio de captura y ahorcamiento de Belit .
Editorial, coleccion, nº. (?)
Un saludo y gracias de nuevo.
En cuanto a cómics me confieso pez.
ResponderEliminarSupongo que aparecerá en los números clásicos.