Altos picos, profundos valles, extensos lagos. Un lugar donde el viento ulula atrayendo a los incautos a peligrosos desfiladeros. Una tierra indómita hogar de los más indómitos de los hombres; así es Cundria, la corona del mundo.
Algunos consideran a Cundria y sus habitantes salvaje y bárbara. Los cundrios dicen de sí mismos que son los únicos hombres con el coraje de ser verdaderamente libres.
Cundria es una región agreste, poco amable para con sus habitantes. La agricultura es escasa, y la ganadería se limita al pastoreo de altas (una especie de alce de menor tamaño capaz de alimentarse con casi cualquier vegetal con poca lignina). Se da la caza, tanto como fuente de alimento como en elementos rituales.
Es precisamente su religión una de sus peculiaridades. Para los cundrios las montañas son dioses. Seres poderosos y eternos, indiferentes a los hombres, que rasgan el tejido del cielo para traer la lluvia y la nieve. Los dioses-montaña cundrios ignoran a los seres humanos por considerarlos insignificantes pero, en ocasiones, una batalla o algún otro suceso escandaloso atraen su atención. En ese momento vuelven sus lejanos ojos hacia los hombres y pueden escuchar una plegaria o elegir un campeón; solo entonces los dioses escuchan a los hombres, el resto del tiempo están solos.
Fue precisamente su peculiar espiritualidad lo que jugó un papel muy importante para Cundria cuando Antípoda posó sus ojos en sus tierras.
Era el periodo de expansión incontrolable de la nueva fe cuando un predicador llegó hasta el consejo de los clanes de Cundria. El Triple Culto veía a estos indómitos hombres como una incomparable arma para sus ejércitos y quería atraerlos a su órbita. Pero cuando el predicador les habló de su dios, de cómo hablaba mediante el ámbar azul extraído de las profundidades de la tierra los señores cundrios se rieron. Tu dios se arrastra entre la tierra y el barro como una lombriz -dijeron-, nuestros dioses pisan a tu dios. El predicador fue expulsado entre grandes risas y gran humillación, y volvió lamiéndose su orgullo herido hasta las tierras de Antípoda.
Aquel desprecio no fue bien aceptado, nadie podía carcajearse de la única fe verdadera y esperar misericordia. Y un gran ejército fue puesto en armas y marchó hacia el este, para postrar a aquellos salvajes de las montañas.
El ejército del Triple Culto cruzó la tundra helada con grandes sufrimientos y pérdidas y se encontró, tras largas jornadas de terrible marcha, ante las imponentes montañas de Cundria.
Habían llegado, pero sus problemas no habían hecho más que empezar. Y es que los cundrios no combatían como los reinos civilizados del norte, si no que se movían como fantasmas entre las montañas. Eran invisibles hasta que, atravesando las nieblas con espantosos alaridos, caían sobre los flancos y la retaguardia del ejército antípoda que marchaba como una larga serpiente entre los desfiladeros.
Enormes peñascos cayendo en estrechos pasos de montaña, emboscadas amparadas en la bruma, unidades enteras que desaparecían engullidas por oscuros bosques cuando perseguían a un grupo de cundrios en retirada. La campaña fue un desastre. El ejército nunca regresó a Antípoda, donde se elaboraron complicadas fabulaciones para explicar la desaparición de tantos servidores del Triple Culto, asustados sus líderes por la idea de sumar una humillación militar a la peculiar humillación teológica de los cundrios.
Los cundrios siguieron fieles a sus tradiciones e idiosincrasia. Las circunstancias de una tierra que ha dado forma a sus creencias y su modo de vida. Tal vez la más peculiar sea su organización familiar.
Al ser una tierra de escasos recursos solo el primogénito -sin importar su sexo- hereda el medio de vida de sus progenitores; ya sea un rebaño de altas, un precario terruño o alguna profesión como la herrería. El resto de hijos toman el "Camino del Mundo", viajando más allá de las montañas de Cundria para labrarse futuro y renombre. La mayoría de estos exiliados no regresa jamás, aunque en ocasiones algunos lo hacen cargados de tesoros y se ganan el derecho a casarse con algún terrateniente o profesional.
Es esta la razón por la que los aventureros cundrios son tan conocidos por todo Nemus. Algunos viajan en solitario y otros se agrupan formando compañías. Son hombres de fortuna o valiosos mercenarios que muchos reyes aprecian entre sus filas.
La costumbre de los aventureros cundrios de apilar piedras y rocas suele resultar muy curiosa a las gentes de otras culturas. Cuando un cundrio está lejos de las montañas suele recurrir a esta peculiar tradición para atraer los espíritus de ancestros errantes, que tomarán este montoncito ritual de piedras como un eco de su hogar y podrán ser consultados.
Y es que los cundrios no son solo conocidos por ser grandes guerreros, si no también respetados chamanes capaces de consultar a los espíritus y exponer oscuras profecías. Se rumorea que poseen otras habilidades aun más sorprendentes pero, al contrario que sus habilidades atléticas de las que tanto alardean, estos dones sobrenaturales son guardados con gran celo.
Otro de los rasgos por lo que los cundrios son famosos es su peculiar sentido de la moda.
Acostumbran a vestir poca ropa, pero no van realmente desnudos, si no que cubren su piel de extracto de bilis de altas que, mezclado con agua y grasa, extienden sobre sus cuerpos formando un sorprendentemente efectivo aislante térmico. En ocasiones a este ungüento le añaden tintes minerales o vegetales para confeccionar diseños de pinturas de guerra.
Allá donde no está expuesta su piel los cundrios visten con pieles de animales. Para los cundrios es tabú cubrir sus cuerpos con partes de animales que no hayan matado ellos mismos, así las pieles que lucen son un símbolo de estatus y una prueba de valor; los niños visten con pieles de los altas que sacrifican, mientras que los jóvenes guerreros visten pieles de lobo, que puede cambiar por una piel de oso en un guerrero más experimentado. Incluso de otras criaturas, como era el caso del legendario Tarán Capadragón.
Los cundrios consideran que las pieles y los trofeos infunden sus rasgos a su portador, así que un guerrero cubierto con pieles de oso será portador de su fuerza, pero tampoco es raro que en sus vestimentas incluya plumas de cuervo de los que tomar su astucia, o colas de zorro para infundirse de su velocidad.
Toda la fama con la que cargan los cundrios también tiene su lado negativo. De todos los jóvenes guerreros que toman el Camino del Mundo unos pocos construyen las grandes gestas que alimentan su fama, pero muchos se ven agobiados por la responsabilidad, o no son realmente grandes guerreros o chamanes, o ni siquiera tienen un espíritu combativo. Este es el origen del popular dicho del puerto libre de Azatgrad "un dragón entre un rebaño de ovejas", que podría traducirse como "uno entre un millón", en referencia a los muchos jóvenes cundrios que acaban convertidos en carne de taberna: borrachos y desechos sociales en las ciudades civilizadas que tanto desprecian.
Algunos consideran a Cundria y sus habitantes salvaje y bárbara. Los cundrios dicen de sí mismos que son los únicos hombres con el coraje de ser verdaderamente libres.
Cundria es una región agreste, poco amable para con sus habitantes. La agricultura es escasa, y la ganadería se limita al pastoreo de altas (una especie de alce de menor tamaño capaz de alimentarse con casi cualquier vegetal con poca lignina). Se da la caza, tanto como fuente de alimento como en elementos rituales.
Es precisamente su religión una de sus peculiaridades. Para los cundrios las montañas son dioses. Seres poderosos y eternos, indiferentes a los hombres, que rasgan el tejido del cielo para traer la lluvia y la nieve. Los dioses-montaña cundrios ignoran a los seres humanos por considerarlos insignificantes pero, en ocasiones, una batalla o algún otro suceso escandaloso atraen su atención. En ese momento vuelven sus lejanos ojos hacia los hombres y pueden escuchar una plegaria o elegir un campeón; solo entonces los dioses escuchan a los hombres, el resto del tiempo están solos.
Fue precisamente su peculiar espiritualidad lo que jugó un papel muy importante para Cundria cuando Antípoda posó sus ojos en sus tierras.
Era el periodo de expansión incontrolable de la nueva fe cuando un predicador llegó hasta el consejo de los clanes de Cundria. El Triple Culto veía a estos indómitos hombres como una incomparable arma para sus ejércitos y quería atraerlos a su órbita. Pero cuando el predicador les habló de su dios, de cómo hablaba mediante el ámbar azul extraído de las profundidades de la tierra los señores cundrios se rieron. Tu dios se arrastra entre la tierra y el barro como una lombriz -dijeron-, nuestros dioses pisan a tu dios. El predicador fue expulsado entre grandes risas y gran humillación, y volvió lamiéndose su orgullo herido hasta las tierras de Antípoda.
Aquel desprecio no fue bien aceptado, nadie podía carcajearse de la única fe verdadera y esperar misericordia. Y un gran ejército fue puesto en armas y marchó hacia el este, para postrar a aquellos salvajes de las montañas.
El ejército del Triple Culto cruzó la tundra helada con grandes sufrimientos y pérdidas y se encontró, tras largas jornadas de terrible marcha, ante las imponentes montañas de Cundria.
Habían llegado, pero sus problemas no habían hecho más que empezar. Y es que los cundrios no combatían como los reinos civilizados del norte, si no que se movían como fantasmas entre las montañas. Eran invisibles hasta que, atravesando las nieblas con espantosos alaridos, caían sobre los flancos y la retaguardia del ejército antípoda que marchaba como una larga serpiente entre los desfiladeros.
Enormes peñascos cayendo en estrechos pasos de montaña, emboscadas amparadas en la bruma, unidades enteras que desaparecían engullidas por oscuros bosques cuando perseguían a un grupo de cundrios en retirada. La campaña fue un desastre. El ejército nunca regresó a Antípoda, donde se elaboraron complicadas fabulaciones para explicar la desaparición de tantos servidores del Triple Culto, asustados sus líderes por la idea de sumar una humillación militar a la peculiar humillación teológica de los cundrios.
Los cundrios siguieron fieles a sus tradiciones e idiosincrasia. Las circunstancias de una tierra que ha dado forma a sus creencias y su modo de vida. Tal vez la más peculiar sea su organización familiar.
Al ser una tierra de escasos recursos solo el primogénito -sin importar su sexo- hereda el medio de vida de sus progenitores; ya sea un rebaño de altas, un precario terruño o alguna profesión como la herrería. El resto de hijos toman el "Camino del Mundo", viajando más allá de las montañas de Cundria para labrarse futuro y renombre. La mayoría de estos exiliados no regresa jamás, aunque en ocasiones algunos lo hacen cargados de tesoros y se ganan el derecho a casarse con algún terrateniente o profesional.
Es esta la razón por la que los aventureros cundrios son tan conocidos por todo Nemus. Algunos viajan en solitario y otros se agrupan formando compañías. Son hombres de fortuna o valiosos mercenarios que muchos reyes aprecian entre sus filas.
La costumbre de los aventureros cundrios de apilar piedras y rocas suele resultar muy curiosa a las gentes de otras culturas. Cuando un cundrio está lejos de las montañas suele recurrir a esta peculiar tradición para atraer los espíritus de ancestros errantes, que tomarán este montoncito ritual de piedras como un eco de su hogar y podrán ser consultados.
Y es que los cundrios no son solo conocidos por ser grandes guerreros, si no también respetados chamanes capaces de consultar a los espíritus y exponer oscuras profecías. Se rumorea que poseen otras habilidades aun más sorprendentes pero, al contrario que sus habilidades atléticas de las que tanto alardean, estos dones sobrenaturales son guardados con gran celo.
Otro de los rasgos por lo que los cundrios son famosos es su peculiar sentido de la moda.
Acostumbran a vestir poca ropa, pero no van realmente desnudos, si no que cubren su piel de extracto de bilis de altas que, mezclado con agua y grasa, extienden sobre sus cuerpos formando un sorprendentemente efectivo aislante térmico. En ocasiones a este ungüento le añaden tintes minerales o vegetales para confeccionar diseños de pinturas de guerra.
Allá donde no está expuesta su piel los cundrios visten con pieles de animales. Para los cundrios es tabú cubrir sus cuerpos con partes de animales que no hayan matado ellos mismos, así las pieles que lucen son un símbolo de estatus y una prueba de valor; los niños visten con pieles de los altas que sacrifican, mientras que los jóvenes guerreros visten pieles de lobo, que puede cambiar por una piel de oso en un guerrero más experimentado. Incluso de otras criaturas, como era el caso del legendario Tarán Capadragón.
Los cundrios consideran que las pieles y los trofeos infunden sus rasgos a su portador, así que un guerrero cubierto con pieles de oso será portador de su fuerza, pero tampoco es raro que en sus vestimentas incluya plumas de cuervo de los que tomar su astucia, o colas de zorro para infundirse de su velocidad.
Toda la fama con la que cargan los cundrios también tiene su lado negativo. De todos los jóvenes guerreros que toman el Camino del Mundo unos pocos construyen las grandes gestas que alimentan su fama, pero muchos se ven agobiados por la responsabilidad, o no son realmente grandes guerreros o chamanes, o ni siquiera tienen un espíritu combativo. Este es el origen del popular dicho del puerto libre de Azatgrad "un dragón entre un rebaño de ovejas", que podría traducirse como "uno entre un millón", en referencia a los muchos jóvenes cundrios que acaban convertidos en carne de taberna: borrachos y desechos sociales en las ciudades civilizadas que tanto desprecian.
Ningún mundo de alta fantasía sin su Cimmeria bárbara e indómita. Me gusta mucho la mitología en torno a la montaña y el bárbaro a lo Conan como la excepción en lugar de la norma. Creo que le da un toque de realismo interesante.
ResponderEliminar¿Habrán mas artículos que profundicen en diferentes tribus, historia y mitología o personajes históricos?
De momento las notas de diseño en la próxima entrega.
EliminarY el relato de la anterior ;) http://frikidiario.blogspot.com.es/2016/02/nemus-el-heroe-comienza-su-viaje.html
Hmmmh, barbaros (y barbaras) poco vestidos eh....y que conocen la lignina eh...XXDD
ResponderEliminarNo podía faltar algo así, teniendo en cuenta su gran colección de miniaturas de este estilo. :P
Diría que es la facción más fantástica de entre los humanos, pero el homenaje bárbaro no podía faltar.
EliminarDe todas formas he intentado dar sentido a algunas cosas... como la semi-desnudez :P
Me ha molado mil el detalle de los montoncitos de piedras.
ResponderEliminarLas señales son inequívocas. La venganza de Tronan el Kárbaro (¿el Kundrio?) se aproxima :P
Gracias :)
EliminarUnas aventuras bárbaras... bueno, sirva de posible preámbulo el relato del mes pasado ;)
Los barbaros son los que más molan. Punto. Y si que se nota que bebes de Howard (aunque éste bebió a su vez mucho de los mitos, como cuando una babosa gigante persigue al cinmerio por unas ruinas antiguas)
ResponderEliminarEl mito del buen salvaje ;)
EliminarMe gustan estos bárbaros, su espiritualidad, con sus dioses montaña, los montículos de piedra de los errantes, ya me estoy imaginando un montón de berserkers desnudos untados con la bilis sembrando el pánico allá por donde van.
ResponderEliminarGracias :D
EliminarSi tienen tanta aceptación lo mismo hay que hacerles algún relato más ;)