Decidí poner la guinda a mi ciclo de sandalias veraniego con un clásico que tenía pendiente desde hacía tiempo: El Vellocino de Oro, de Robert Graves.
Hasta la fecha de Graves solo había leído El Conde Belisario, la cual me pareció un magnífico retrato del general bizantino. Las críticas positivas habían empujado hacia los primeros puestos de mi lista tanto a El Vellocino de Oro como La Diosa Blanca. Como quería algo fresquito para el verano decidí dejar el ensayo sobre la ginocracia y la divinidad femenina original para más adelante y optar por las aventuras de Jasón.
Lo primero que habría que advertir al futuro lector es que El Vellocino de Oro es una obra que -aun siendo novela histórica- roza la poesía en muchos aspectos. No en vano Graves fue reconocido como poeta y esto cala libremente esta obra. También está muy presente esa admiración por la primera divinidad femenina, como un eco crepuscular del paleolítico.
Para afrontar la trama Graves opta por un camino sutil entre la interpretación más terrenal y la importancia de las divinidades olímpicas (y la Diosa). El autor juega a engañar al lector, y muchas veces deja a su elección cómo interpretar las insinuaciones sobrenaturales que nos presenta rodeadas de ritos y superchería. Dada la naturaleza de la obra y el público al que despertará interés para acercarse a ella esta decisión me parece todo un acierto.
El aire poético puede descentrar a los lectores más prosaicos, pero El Vellocino de Oro está narrado como una trepidante novela de aventuras, llena de lugares exóticos y misteriosos, pueblos y culturas ahítos de curiosidades, y una sorprendente dosis de humor. Graves no se corta a la hora de caricaturizar a Hércules, ni en describir a Jasón como un tipo sin talento alguno más allá de una arrebatadora belleza que hace perder el sentido común a todas las señoritas que se le cruzan.
La peculiar mezcla de tan variados ingredientes convierte el libro en una poética visión que, acompañada por el sentido de la maravilla, nos llevan a disfrutar de sabores de tierras lejanas, dejando espacio para el alegre regusto de unas cucharadas de humor muy bien mezcladas.
Las notas finales del libro merecen ser destacadas por el torrente de erudición con el que Graves nos baña durante unas cuantas páginas. Y es que, posiblemente, el lector medio no esté al corriente de quienes demonios eran los pelasgos y los minias, y todo ese lío de la Edad de Bronce. Por no mencionar las interesantes alusiones a las baleares y las culturas protocélticas que Graves va dejando caer a lo largo de la novela.
El lector ajeno al mundo del la esfera griega también encontrará desconcertantes muchas referencias topográficas, por lo que los mapas le serán indispensables. Personalmente me ha sorprendido descubrir que conocía la situación de casi todas las ciudades y regiones a lo largo de las costas del Mar Negro... parece que todas esas campaña con escitas y las colonias del Bósforo en diversos mods del Rome Total War han servido para algo :D
Advierto: aunque tremendamente hermosa y evocadora, El Vellocino de Oro no será una obra atractiva para todos los públicos. Cualquiera que dedique sus horas de lectura a novelas por encargo de distintas franquicias encontrará que este libro está muy lejos de la comida rápida literaria.
Hasta la fecha de Graves solo había leído El Conde Belisario, la cual me pareció un magnífico retrato del general bizantino. Las críticas positivas habían empujado hacia los primeros puestos de mi lista tanto a El Vellocino de Oro como La Diosa Blanca. Como quería algo fresquito para el verano decidí dejar el ensayo sobre la ginocracia y la divinidad femenina original para más adelante y optar por las aventuras de Jasón.
Lo primero que habría que advertir al futuro lector es que El Vellocino de Oro es una obra que -aun siendo novela histórica- roza la poesía en muchos aspectos. No en vano Graves fue reconocido como poeta y esto cala libremente esta obra. También está muy presente esa admiración por la primera divinidad femenina, como un eco crepuscular del paleolítico.
Para afrontar la trama Graves opta por un camino sutil entre la interpretación más terrenal y la importancia de las divinidades olímpicas (y la Diosa). El autor juega a engañar al lector, y muchas veces deja a su elección cómo interpretar las insinuaciones sobrenaturales que nos presenta rodeadas de ritos y superchería. Dada la naturaleza de la obra y el público al que despertará interés para acercarse a ella esta decisión me parece todo un acierto.
El aire poético puede descentrar a los lectores más prosaicos, pero El Vellocino de Oro está narrado como una trepidante novela de aventuras, llena de lugares exóticos y misteriosos, pueblos y culturas ahítos de curiosidades, y una sorprendente dosis de humor. Graves no se corta a la hora de caricaturizar a Hércules, ni en describir a Jasón como un tipo sin talento alguno más allá de una arrebatadora belleza que hace perder el sentido común a todas las señoritas que se le cruzan.
La peculiar mezcla de tan variados ingredientes convierte el libro en una poética visión que, acompañada por el sentido de la maravilla, nos llevan a disfrutar de sabores de tierras lejanas, dejando espacio para el alegre regusto de unas cucharadas de humor muy bien mezcladas.
Las notas finales del libro merecen ser destacadas por el torrente de erudición con el que Graves nos baña durante unas cuantas páginas. Y es que, posiblemente, el lector medio no esté al corriente de quienes demonios eran los pelasgos y los minias, y todo ese lío de la Edad de Bronce. Por no mencionar las interesantes alusiones a las baleares y las culturas protocélticas que Graves va dejando caer a lo largo de la novela.
El lector ajeno al mundo del la esfera griega también encontrará desconcertantes muchas referencias topográficas, por lo que los mapas le serán indispensables. Personalmente me ha sorprendido descubrir que conocía la situación de casi todas las ciudades y regiones a lo largo de las costas del Mar Negro... parece que todas esas campaña con escitas y las colonias del Bósforo en diversos mods del Rome Total War han servido para algo :D
Advierto: aunque tremendamente hermosa y evocadora, El Vellocino de Oro no será una obra atractiva para todos los públicos. Cualquiera que dedique sus horas de lectura a novelas por encargo de distintas franquicias encontrará que este libro está muy lejos de la comida rápida literaria.
Uff, tal y como has puesto el libro, uno no sabe a que atenerse...:P
ResponderEliminarAlgún día de estos quizá le eche un ojo, puesto que parece curioso. Además es un autor serio este.
P.D.: A nadie le sorprende que conozcas todas las localizaciones. Tampoco me sorprende que hubieses corregido al autor en alguna de ellas. :P
Para animar a su lectura tal vez debería decir que los argonautas conforma un grupo clásico con guerreros, bárbaro, sacerdotisa, exploradora, pícaro y bardo.
EliminarTambién debería haber señalado que unas ninfas someten a un personaje a lo que Futurama nos dio a conocer como "muerte por kiki". En serio.
Hmmh, muerte por kiki...XD
EliminarSi en verdad debe ser un grupo aventurero "clásico"(Guiño-guiño, codazo-codazo) XD
pero "tetas feten" ;D
EliminarSoy un fan de la obra de Robert Graves, incluyendo cosas como "La Diosa Blanca" o "Los Mitos Griegos". "El Vellocino de Oro" es una visión muy, muy personal, sobre el mito, pero tiene a uno de los mejores Hércules que he leído: una fuerza de la naturaleza que no sabes si es mejor tener a tu lado o lejos, muy lejos.
ResponderEliminarImpagable el Hércules de Graves. Un caótico neutral de lo más garrulo con muy buenos momentos (SPOILER: la decisión de dejarle tirado es la caña :D).
EliminarPara mi este libro es increíble, lo he leído dos veces; lo he recomendado a muchas personas y no me han hecho caso. Hércules, como decís el mejor "Jo, JO nunca fallo".
ResponderEliminarRecomendar libros y sorprenderles leyendo cada cosa... La voz que clama en el desierto. Me suena :D
EliminarA mí personalmente me encantó y es la obra que más me ha gustado de él de las pocas que he leído. Para mí fue como ir de crucero turístico con Jasón a través de su época, y maravillarme con ellos de lo que veían y también aprender cosas desconocidas.
ResponderEliminarMuy recomendable.
Sí, ese sentido de la maravilla y de exotismo es de lo que más me ha gustado. En ese aspecto recuerda a una buena space opera.
EliminarHace mucho que leí El Vellocino, y aunque Robert Graves es uno de mis escritores favoritos, no me gustó demasiado. Tal vez por ese humor que comentas incluido en la trama. Me gustó más el Conde Belisario, una novela más seria. Tal vez tenga que leerlo de nuevo, y verlo con otros ojos. No he leido La Diosa Blanca (todavía), pero sí Los Mitos Griegos, y esta obra es la leche.
ResponderEliminarEn su día leí El Conde Belisario y terminé haciendo bizantinos para DBA :D
Eliminar¡Y con la mini exclusiva de Belisario de Corvus Belli! ^_^
Yo estuve a punto de hacer (bueno, comprar...) un ejército bizantino, pero me contuve :) No sabía de la figura de Corvus Belli, debe estar entre sus proyectos no acabados. Yo fui su primer cliente (¡al menos por correo, en serio!). Estuve en su taller hace unos 12 años, y vi lo que tenía entre manos, literalmente: greens de galos, romanos, etc. Todavía quedaba muy lejos Infinity. También tenía greens de enanos tipo Warhammer, pero nunca se decidió a seguir ese camino. Lo que si sacó tras hablar conmigo fue su serie de iberos. Lástima que no conseguí convercele para hacer tracios.
EliminarLa miniatura de Belisario no está a la venta. Se da como regalo para torneos y eventos.
EliminarTú pregúntales ;)
Es una de mis historias mitológicos favoritas. De hecho estos días se la mencionó en mi grupo de amigos.
ResponderEliminarGran post Endakil.
Gracias ;)
EliminarMe has convencido. Acabo de comprarlo.
ResponderEliminarSaludos,
Espero que te guste. Qué responsabilidad ahora :)
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