Regreso a Atenas

Este año hemos vuelto a Grecia. Qué le vamos a hacer, me gusta mucho.
En esta ocasión, y para ahorrar un poquito, nos hemos quedado toda la semana (del 21 al 28 de Marzo) en Atenas con la intención de conocer la ciudad con un poco más de calma, visitar los rincones que nos faltaban y repasar algunos lugares que no vimos con la suficiente intensidad debido al tour por toda Grecia del año pasado.

Como extra este año, gracias a un par de tarjetas de memoria de 1GB que me compré, hay algunos pequeños videos para ver Atenas en movimiento gracias a Youtube. Son videos tomados con una cámara de fotos, así que no esperéis una calidad National Geographic.



Un rápido vistazo a la famosa plaza de Monastiraki.


Visitamos tantos sitios arqueológicos como pudimos, algún museo y nos empapamos un poco más del ambiente cosmopolita de la Atenas moderna.
Especialmente de la comida.

Aunque algunos alimentos griegos aun nos pueden parecer algo exóticos, muchas otros ya nos son conocidas gracias al maravilloso mundo de los precocinados. De todos modos, como se suele decir, lo mejor es el original.
Dejando a un lado la moussaka y la sopa negra espartana (después de comer toneladas de moussaka el año pasado terminé sintiendo curiosidad por la sopa negra espartana) lo más sugerente de la comida griega es el soublaki, que viene a ser una especie de plato combinado con pinchos morunos y el gyros. El gyros es algo muy parecido a los populares kebabs que también conocemos gracias a todos esos simpáticos y emprendedores pakistanís/indios.
Esto no debería extrañarnos, el gyros-kebab es una especialidad de la zona oriental del mediterráneo (Grecia, Turquía, Oriente Medio...) y cada país tiene su variante. El gyros griego se diferencia del kebab al uso en que la carne parece carne (no un delicioso "algo" prensado) de diferentes variedades -los hay de ternera, pollo y cordero- y que se acompaña con patatas fritas. Si, patatas fritas, dentro de la pita, y está generosamente especiado con orégano.

Además de estas suculentas especialidades nos comimos bastantes roscas. Y no es un chiste malo. No hay esquina en Atenas sin su puestecito ambulante de estas deliciosas roscas con semillitas de sésamo. Las hay de dos grosores; a 50 céntimos las gruesas y a 30 las finitas... una ganga para matar el hambre entre horas.
No soy especialmente goloso pero tengo que destacar los "danuts". Los danuts son una especie de donut descomunal (de unos 20 centímetros de diámetro a ojímetro) bañado muy muy generosamente en azucar glasé por tan solo 60 céntimos en los mismos puestos donde tenemos las roscas. Lo que tiene que engordar eso.

Además de estos platos para gourmets frikis, el viajero con poco recursos que viaje a Atenas puede disfrutar de una amplia gama de minipizzas en forma de porciones, paninis, bollopizza, bocapizza, minipizza... por entre 1,20 y 3,60 euros.
Otra especialidad local que no puede pasar desapercibida al viajero friki son las patatas de pita. Solo Apolo sabrá como las hacen, pero tienen una especie de patatas fritas que son en realidad pan de pita tostado. Además está disponible ent

Una advertencia: mucho cuidado con el pollo teriyaki picante con jalapeños. Aunque pueda parecer una idea indiscutiblemente brillante en un primer momento, pedir el bocadillo más grande y más picante del local, y terminar comiéndote este y el de tu señora, puede tener unas consecuencias bastante desagradables. Después de los ojos llorosos y la nariz moqueante, se produce algo que podríamos denominar como "apocalipsis gástrico" de escatológico resultado.


Siguiendo con el capítulo de las advertencias no podemos pasar por alto la simpática lluvia ateniense.
Si bien el segundo día nos llovió de forma espectacular mientras bajábamos de la Akrópolis y recorríamos totalmente desorientados la calle Thessaloniki de arriba a abajo y terminamos completamente empapados secando la ropa con el secador de mano del hotel, lo del quinto día fue más bizarro.

Nos encontrabamos completamente relajados viendo la Akrópolis desde la colina de Pnix cuando empezaron a caer, de forma bastante espaciada, unas pequeñas gotitas. Con solo una nube a la vista no parecía que eso fuera a llegar a más, así que allí seguimos en plan dominguero hasta que, tras un teatral trueno, empieza a caer la mayor tromba de agua que cualquiera que no habite el Mediterráneo haya visto: gotas del tamaño de garbanzos creando una cortina impenetrable.
Así que nos pusimos a correr colia abajo hasta llegar, milagrosamente, al pórtico de la iglesia de Santa Marina (la podéis ver en la fotito ad hoc). Después de unos chorreantes momentos se abre una puertecilla tras la que aparece el sacristán con sus impresionantes bigotazos hablándonos en perfecto griego pero, aparentemente, invitándonos a pasar a la sacristía. Y allí estábamos, completamente calados en la sacristía de una iglesia ortodoxa con un amable caballero sesentón que no dejaba de fumar y hablarnos aunque, seguramente, sabría de sobra que no entendíamos ni papa.
Por cierto que estando allí pasó el párroco de la iglesia, atravesando la lluvia, y completamente seco. Sin duda lo más desconcertante que ví en el viaje. ¿Cómo haría este buen señor para caminar bajo la tormenta y permanecer seco? Vaya usted a saber, yo me inclino a pensar que la hipótesis más probable es que han desarrollado una suerte de poderes jedi.


Este año pudimos apreciar con todo detalle la vida urbana de Atenas. Hicimos un montón de compras (para regocijo de Ana) y nos recorrimos las calles más comerciales y fashion de la ciudad.
Por mi parte me traje un montón de tontunas que ya os enseñaré en alguna ocasión; principalmente "merchandising"de Alejandro Magno, imágenes de Atenea y cosas por el estilo.

También pasamos un montón de ratos muertos en los parques y jardines de la ciudad. Otra curiosidad para el viajero es la cantidad de tortugas de tierra que campan a sus anchas por las zonas verdes de la urbe; enormes tortugas de entre 30 y 60 centímetros que pasean por ahí como si el mundo no fuera con ellas y sin que nadie las moleste.
Por cierto que estando en uno de esos parques me entrevistaron para la televisión griega; seguramente los griegos ya han disfrutado de mis interesantes opiniones sobre la Unión Europea, su Constitución y la insólita presencia de la fascistoide Polonia entre nosotros. Aunque tal vez el realizador de la televisión helena haya recortado un poco mis entusiastas comentarios.



Vista de la Akrópolis desde la colina de Pnix, lugar de reunión de la Asamblea ateniense.


Yo diría que, en términos generales, y a pesar de algunas dificultades, el viaje ha merecido la pena. Sigo fascinado con la Akrópolis (no llegué a emocionarme como una teen en un concierto del grupo precocinado que toque a su generación, pero me sigue produciendo un maravilloso escalofrío) y espero poder verla completamente reconstruída no dentro de muchos años; si ya la Stoa de Attalo resulta impresionate, la Akrópolis totalmente restaurada debe ser la visión más maravillosa de este mundo.

Aun queda una visita a Creta para saciar mi sed minoica y un buen repaso a Roma, pero espero que no pase mucho tiempo antes de regresar a Atenas y, si pasa, espero tener la suerte de ver unos buenos progresos en el trabajo de arquólogos y restauradores.
En el recuerdo o en los libros Atenas, sus maravillas, su olor y su alma seguirán siempre presentes. Hasta pronto ΑΘΗΝΑ.

Comentarios

  1. ¿Subiste esta vez al fin a Likavitos?
    Un gran reportaje sobre Atenas que me ha hecho recordar algunas cosas (como los danut y las roscas).
    ¿Han avanzado mucho las obras de la acropolis o siguen como hace dos años?

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  2. Subí a Likavitos... una nueva estafa griega. Desde luego, si llego a saber que te sangraban 5 eurazos por montar en ese pequeño funicular utilizo las escaleras.

    En cuanto a la Akrópolis yo diría que han conseguido optimizar la zona baja del Erecteión y restaurar las columnas de la parte posterior del Partenón.
    Por cierto que ya están muy avanzadas las obras de la nueva sede del museo de la Akrópolis abajo de la colina, en la calle Ermou. Parece que no era el único que pensaba que el museo actual se estaba quedando pequeño.

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